El rincón de Leodegundia

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domingo, febrero 27, 2011

La tierra se enfada



Desde que la tierra existe, y por distintos motivos, de vez en cuando digamos que se tiene que acomodar. Su interior se rebulle y empieza a moverse hasta que ese movimiento llega a la superficie presentándose de distintas maneras todas ellas bastante violentas aterrorizando a los que vivimos en la superficie y que en comparación con la fuerza que la tierra puede desencadenar somos como pequeñas hormiguillas que ante estas demostraciones de la que pomposamente solemos llamar “la madre Tierra” nos sentimos aterrorizados e impotentes ante ella.

Es cierto que estas demostraciones de mal humor de la tierra no son de ahora, pero llevamos unos años en que las catástrofes naturales se producen con tanta frecuencia y son tan destructivas que me hacen pensar si muchas de ellas no se producirán por el maltrato que le damos los humanos. En esto no meto a los animales pues ellos bastante tienen con intentar defenderse de nosotros como para colaborar en la degradación del planeta.

Esta degradación tanto de la tierra como de la biosfera cada vez se produce a mayor velocidad y creo que somos nosotros los que a sabiendas o por ignorancia la estamos produciendo, nos cargamos los bosques tan necesarios, realizamos unas expansiones urbanísticas descontroladas, llenamos la tierra y el mar con productos químicos y basuras, empobrecemos el suelo al intentar que produzca continuamente sin pensar que la tierra tiene que descansar, hacemos mal uso del agua, etc. etc. En una palabra, estamos acabando con todo.

Y la Tierra, nuestra buena madre Tierra, se enfada y con razón y así nos llegan los tornados, los ciclones, los tsunamis, los terremotos, las erupciones volcánicas, las intensas lluvias o las tremendas sequías. Y nos quejamos y le echamos la culpa a quien no la tiene pues no queremos reconocer que muchas de estas catástrofes se podrían evitar o al menos reducir si fuéramos más considerados con la naturaleza. Y tampoco queremos acabar de comprender que si la naturaleza sufre nosotros sufrimos y si ella llega a extinguirse, nosotros también.


Hace unos días se produjo un terremoto en la isla sur de Nueva Zelanda, el segundo en pocos meses y aunque este fue de menor intensidad en realidad fue más destructivo que el primero. Se contabilizan ya varios muertos y muchos desaparecidos y numerosos son también los edificios derrumbados.






Para finalizar os ofrezco unos párrafos del relato que hizo una persona que lo vivió y lo está viviendo en directo.

Día 22

Christchurch ha sufrido esta tarde una réplica de 6.3, pero que al ser muy superficial ha sido más fuerte que el terremoto principal. De momento hay 65 muertos y un montón de heridos. El centro de la ciudad está destrozado. En el hospital vivimos escenas terribles, a mí me pilló en la cafetería comiéndome un pastel de postre... de repente el suelo empezó a temblar, y supe que aquello no era una réplica como las anteriores. Se movía tanto y tan fuerte que casi me tira al suelo... me arrodillé debajo de la mini-mesa de la cafetería, agarrándome a la pata como si me fuera la vida en ello (nunca más apropiado), mientras todo a mi alrededor se caía: botellas, tazas, vasos, estanterías... se fue la luz y el suelo estaba lleno de cristales. Gente con muletas y sillas de ruedas estaban tirados por el suelo, la gente gritando, y llorando. Yo agarré a dos viejinos que estaban cerca de mi mesa y los saqué de allí espendolada. No me dejaron volver a entrar, y desde fuera podíamos ver a algunos de los pacientes en los pisos de arriba llamándonos desde las ventanas. :-( Terrible, terrible.

Día 24

Ayer hicimos una visita al centro (o lo más cerca que puedes llegar, que no es mucho) Es un panorama desolador, La mayoría de las casas están para derrumbarse. Algunas parece como si las hubiera pisado un gigante, totalmente aplastadas. La iglesia de Bealey Ave ha perdido la fachada, no hay más que piedras y ladrillos por todas partes. La licuefacción ha producido la aparición de conos de arena y barro por las calles y los jardines, y en algunas zonas es tan gruesa que se necesita un 4x4 para poder atravesarla. Varios coches se han quedado atascados, son como arenas movedizas. En algunas zonas alcanza medio metro de altura.

Hoy por fin he podido darme una duchita rápida y se permite tirar de la cadena, aunque "lo menos posible". Tenemos agua, aunque hay que hervirla si la vamos a usar para beber o cocinar, ya que puede estar contaminada

Ayer encontramos a dos familias de compañeros de trabajo de los que no se sabía nada, así que estamos muy contentos. A veces nos sentimos muy culpables por alegrarnos de estas cosas, cuando tantos otros están esperando a identificar el cuerpo de sus seres queridos. Pero hoy somos nosotros los que tenemos suerte, y mañana no se sabe.

Y así transcurren para ellos los días, alegrándose por seguir vivos y por encontrar con vida a algunos amigos pero también con la pena por los que ya no están y con el miedo de que el terremoto vuelva a repetirse pero sin perder por ello la esperanza de poder reconstruir de nuevo la ciudad y poder recomenzar sus vidas.

¡Cuidemos la naturaleza y respetemos a la madre Tierra!


Nota: Las fotos de los desastres naturales y las del terremoto fueron tomadas de Internet.


domingo, febrero 20, 2011

Cocinar

Emilio Turpo (1963- )

Aunque hay quien piensa que es otro el oficio más viejo del mundo, yo diría que el cocinar si no es más antiguo al menos irá a la par. Supongo que desde que se inventó el fuego, y no se si a propósito o por casualidad, los humanos empezaron consumir los alimentos que conseguían de una forma un tanto mas sofisticada y con el paso del tiempo y con el intercambio de ideas la cosa se fue complicando hasta llegar a la cocina que conocemos hoy.

A lo largo de todos estos años, tanto por la forma de vida como por los adelantos en cocinas y utensilios los menús fueron variando tanto que se pasó de un casi “hablar” con los ingredientes, tocarlos, estudiarlos y dedicarles tiempo, a un aquí te pillo y aquí te como sin dedicarles apenas tiempo y estoy segura que ni a saborearlos como se merecen. No hay más que ver los anuncios de la tele que nos ofrecen esos caldos esblanquiñaos (descoloridos y tristes), ese pollo que sin ningún miramiento ni interés se mete en una bolsa añadiéndole un mejunje y al horno, ese arroz que se mete dos minutos en el microondas y ¡listo!, etc. etc.

No, eso no es cocinar, cocinar es primero pensar en el menú, luego elegir los ingredientes, prepararlos con buen estilo, cocinarlos empleando el tiempo que sea necesario…. o lo que es lo mismo, cocinar con interés y con el amor que la elaboración de los alimentos se merecen. Y así me gusta cocinar a mi, por eso cuando me llamó mi amiga Marian y me ofreció masa madre para la elaboración de un bizcocho que tarda en hacerse diez días, la acepté encantada.

Ese ofrecimiento de un vaso de la masa madre del bizcocho que ella estaba elaborando venía acompañado de sus buenos deseos de suerte y salud. Ese compartir los alimentos en señal de amistad ya apenas si se hace, ahora todos vivimos demasiado deprisa y demasiado encerrados en nuestro propio mundo y una entrega sencilla como esta incluso llama la atención por olvidada para unos y desconocida para otros.

Yo no puedo daros a cada uno un vaso de masa madre, pero si os puedo pasar la receta del bizcocho que unos llaman de las Carmelitas Descalzas y otros del Padre Pío y que yo llamaré a partir de ahora “el de los diez días”. Y con la receta os entrego mis mejores deseos de suerte y salud para todos.


RECETA

Se requieren 10 días para su elaboración. Sin usar batidora ni frigorífico.

1º día----Se vierte el contenido del vaso entregado en un recipiente y se añade un vaso de azúcar y otro de harina. NO SE MEZCLA

2º día--- Se mezcla con una cuchara

3º día –NO SE TOCA

4º día—NO SE TOCA

5º día- Se añade un vaso de azúcar, otro de leche y otro de harina. NO SE MEZCLA

6º día—Se mezcla con una cuchara

7º día—NO SE TOCA

8º día- NO SE TOCA

9º día- NO SE TOCA

10º día—Se aparta de la masa obtenida tres vasos que se entregarán a tres personas para desear suerte y salud. Al resto de masa añadir:

2 vasos de harina
1 vaso ó ½ de azúcar (al gusto)
1 vaso de aceite
1 vaso de leche
1 vaso de nueces o almendras
1 vaso de uvas pasas sin pepitas enharinadas previamente
1 sobre de levadura
1 manzana troceada
1 pizca de sal
1 pizca de canela
1 ralladura de naranja
2 huevos
Se mezcla con una cuchara y al horno a 170º entre 40-45 minutos

Y ahora como no podía ser menos os voy a dar mi opinión sobre este bizcocho después de haberlo hecho:

a) está muy bueno

b) haría unas modificaciones en las cantidades que hay que añadir el día 10 y son las que siguen:

de azúcar pondría sólo ½ vaso
de aceite el vaso no lleno
de nueces medio vaso
de uvas pasas medio vaso

El resto tal y como indica la receta.

Aunque al parecer esta es una receta antigua, me llama la atención que se utilice 1 sobre de levadura, yo más bien creo que en su tiempo usarían una mezcla de bicarbonato y cremor tártaro que era lo que se usaban antes de aparecer el Royal.

No puedo daros la prueba real así que os tendréis que conformar con disfrutar de ella por medio de esta fotografía.



¡Buen provecho!

domingo, febrero 13, 2011

La curiosidad mató al gato

Tranquilos que esta vez no va de gatos, va de que al igual que muchos gatos mueren por curiosos, algunas personas también. En este caso me refiero a Plinio el Viejo.

Si hacemos caso a lo que su sobrino, Plinio el Joven, cuenta en unas cartas, cuando se produjo la erupción del Vesubio su tío mandaba la flota romana estacionada en Miseno y desde allí se pudo presenciar una gran nube que les pareció surgía de un monte elevándose hacia el cielo a gran altura y cambiando de color ya que a veces se veía blanca y otras veces se oscurecía hasta volverse negra.

Todos lo miraban con curiosidad y Plinio pensó que sería muy interesante poder contemplar el fenómeno más de cerca y ni corto ni perezoso ordena que le preparen un navío veloz para dirigirse por mar hacia el lugar en donde se ve la columna de humo. Cuando estaba a punto de embarcar, recibe un mensaje de unos amigos que tenían su residencia al pie de la montaña y que no tenían más escapatoria que poder hacerlo por mar. Así que disfrazó un tanto su curiosidad por conocer el fenómeno con la heroicidad de socorrer a unos amigos ayudándoles a salir de una situación desesperada y así poder salvarles la vida.


Pero el destino ayudado por la poca prudencia que muestran algunas personas termina por desencadenar la tragedia. El enfado del Vesubio se había contagiado al mar que se agitaba como loco por los temblores, y al viento que soplaba hacia tierra dificultando la salida de los barcos. Y mientras todo el que podía salía a toda prisa de la zona, Plinio, al mando de sus barcos se dirigía hacia el lugar del desastre con la intención de ver el fenómeno de cerca y de salvar a cuantos pudiera. Según se acercaban a la costa comenzaron a caer sobre los navíos cenizas y piedras cada vez mayores lo que dificultaba el acercarse a la playa, por lo que decidió cambiar de rumbo y a pesar de los consejos que le daba el piloto para que retrocedieran y salieran de allí lo antes posible, él, sintiéndose más héroe que nunca, ordenó variar el rumbo y dirigirse a Estabias a casa de Pomponiano.

Este viendo como estaban las cosas había cargado todas sus pertenencias en unos barcos y sólo esperaba el cambio del viento para salir a toda prisa abandonando aquél infierno. El viento que impedía salir a Pomponiano empujaba a Plinio hacia la costa. Allí se reunieron, se abrazaron y Plinio intentó calmarle y para ello se comportó como si el peligro no fuera tan grande. Pide a sus esclavos que le preparen el baño, luego cena con tranquilidad para a continuación retirarse a dormir.

Entre tanto la lava bajaba imparable y los incendios se multiplicaban, pero Plinio que estaba empeñado en no ver el peligro intentaba convencerlos a todos de que eran hogueras dejadas por los campesinos en su huida. Pero no sólo era el fuego lo que representaba un peligro, lo peor empezaba a ser la gran cantidad de ceniza que lo cubría todo a gran velocidad. Y por si esto fuera poco, los temblores de tierra hacían temer que los edificios se derrumbaran así que decidieron aguardar en el exterior en donde el peligro no era menor.

Y digo que no era menor porque la lluvia de piedras era numerosa viéndose obligados a colocarse almohadas atadas a la cabeza que algún chichón les evitaría. Imaginaros por un momento la escena: atrapados en la costa sin poder embarcar porque el mar y el viento se lo impedía; movimientos de tierra que hacían peligrar la estabilidad de los edificios; caída masiva de ceniza que impedía respirar y que a poco que se despistaran los dejaba sepultados; oscuridad cada vez mayor que les impedía ver a pocos palmos hasta que llegó a ser tal que no se veía nada, proporcionando mas que miedo terror acrecentado al escuchar los gritos de unos y otros intentando localizar a familiares y amigos.

Plinio, quizás el más sereno de todos, decidió acercase a la playa para comprobar si podrían salir de allí, pero el mar le dejó bien claro que no, nada de huidas por mar, estaban en una ratonera y allí se quedarían. De pronto nuestro protagonista empezó a sentirse mal, pidió agua fresca y se recostó un momento intentando reponerse y luego con la ayuda de dos esclavos logró ponerse en pie pero sólo por un momento ya que se desplomó y no volvió a levantarse y allí le encontraron días después. Su curiosidad por ver de cerca el fenómeno y su afán de heroicidad le costaron un gran precio. Su vida.

Durante muchos años la ceniza y el silencio reinaron en Pompeya, luego inventado ya el turismo sus calles, sus edificios o lo que queda de ellos se llenan de bullicio todos los días pero cuando los turistas se van con sus cámaras y sus voces, el vacío y el silencio vuelve a adueñarse de la ciudad.

Sus calles empedradas bordeadas de edificios en ruinas que quizás añoren a sus antiguos habitantes.


esas calles provistas de pasos de peatones que facilitan el paso de un lado al otro


el tan transitado camino hacia el foro


en silencio quedan también la panadería y los molinos de los cereales



y no sólo la panadería, el Macellum que era el gran mercado cubierto en cuyo centro
había una fuente para lavar el pescado


y el foro que era el corazón de la ciudad



con su templo dedicado a Júpiter


y sus termas en donde aún cubiertos de polvo se pueden ver a estos telamones que enmarcan las hornacinas en el tepidarium, la sala tibia que tenía un brasero de bronce de gran tamaño


en silencio pero con actitud fiera está el perro atado a la cadena que guarda la casa del Poeta Trágico, un bello mosaico con la inscripción Cave Canem (cuidado con el perro)


¿y que queda de aquellas construcciones lujosas que embellecían la ciudad? Una de las mejores era la llamada Casa del Fauno, nombre que le fue dado porque en uno de sus atrios tenía un fauno que parecía saludar con alegría invitando a entrar a todo el que pasaba. Aún podemos verlo allí como si el tiempo no se hubiera detenido conduciéndonos hacia la sala de recepción pavimentada con un mosaico que representa la Batalla de Issos




en fin, Pompeya a través de sus ruinas y su silencio todavía nos habla de aquella tragedia sucedida hace tantos siglos




NOTA:
La primera foto es una recreación de Discovery Channel tomada de Internet.
El resto de las fotos me fueron cedidas por Menchu, colaboradora habitual en mis blogs y a la que desde aquí le doy las gracias.

domingo, febrero 06, 2011

Salvados

Si bien hay mucha gente que no trata bien a los animales ni se preocupa por ellos, justo es reconocer que hay otras personas que si lo hacen y hoy os voy a contar una historia real de dedicación e interés para salvar a cuatro guepardos recién nacidos, tal y como a mi me la contaron.

Érase una vez, en un zoo de la ciudad neozelandesa de Christchurch llamado Orana Park, una mamá guepardo primeriza que estaba dando a luz. Aterrorizada por el inesperado dolor y los cuatro extraños pequeños bultos que se agitaban y gemían a sus pies, la gueparda, desorientada, decidió que prefería salir de su guarida y continuar con su vida normal, abandonando a los cachorros y negándose a acercarse a ellos, darles de mamar o actuar en manera alguna como su madre.


Los cuidadores de felinos de Orana Park sabían que se trataba de una situación desesperada: las posibilidades de supervivencia de 4 cachorros de guepardo de tan solo un día, sin la leche y los cuidados de su madre, son casi nulas. Sin embargo, no se rindieron, y decidieron hacer todo lo posible por salvar la vida de aquellas cuatro criaturitas, tres machos y una hembra.


Durante meses, los cachorros necesitaron cuidado constante las 24 horas del día. Dos cuidadores fueron seleccionados como "mamas adoptivas" de los cachorros, y en turnos de 12 horas, se dedicaron a cuidar, alimentar y limpiar a los cachorros. No se trata de una tarea fácil, ya que las crías de guepardo están completamente desvalidas, y no son capaces ni siquiera de hacer sus necesidades ellas solas. Normalmente es la madre la que estimula a las crías a hacer pis o caca lamiéndoles el culete. Como solución alternativa, los cuidadores probaron todo tipo de trucos, hasta que al final consiguieron que los pequeños hiciesen sus necesidades limpiándoles el culito con un trapo de cocina.


Los cachorros debían ser alimentados cada hora, y teniendo en cuenta que eran cuatro, y el tiempo que llevaba alimentar a cada uno de ellos, os podréis imaginar que los turnos de 12 horas eran agotadores.


Sin embargo, todos estos esfuerzos dieron su fruto, y en una situación casi milagrosa, consiguieron que los cuatro cachorros sobrevivieran y fueran creciendo sanos y fuertes.


Hoy, los cuatro hermanos guepardo tienen ya 20 meses y viven felices, jugando, corriendo y haciendo travesuras, en el zoo de Orana Park y aquí vienen a recibirnos para que disfrutemos un rato de su compañía.



¿Alguna vez estuvisteis tan cerca de un guepardo?




Hora de despedirse, el guepardo se queda un poco triste y espera que volvamos pronto de visita.



¡Gracias Lucía por las fotos y por el relato!