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domingo, noviembre 14, 2010

Volar


El hombre desde siempre es un inconformista y como tal, siempre desea aquello que no tiene o no puede hacer. Fue creado para caminar sobre la tierra pero envidioso él de la libertad que parecían tener las aves, quiso volar.

Observando a los pájaros creyó que era fácil lograrlo, al fin y al cabo sólo era cosa de colocarse unas alas y mover los brazos arriba y abajo con energía y para darle un poco más de impulso tal vez tirarse desde lo alto de una montaña para despegar con más facilidad. No se si empezaron primero los ensayos o primero las leyendas para ir preparando el terreno hacia ese vuelo soñado, pero conocida es la leyenda de Dédalo e Ícaro.

Como todos recordareis ambos estaban prisioneros en la isla de Minos y la única forma que tenían de escapar era por el aire, así que ni cortos ni perezosos se construyeron unas alas con cera recubierta con plumas y ¡Hala! a volar, pero Ícaro en contra de los consejos de su padre, fue imprudente y voló demasiado alto acercándose tanto al sol que el calor de este derritió la cera de sus alas y perdidas estas, adiós vuelo, cayó al mar perdiendo la vida y de batacazos de estos está llena la historia de los vuelos tanto real como ficticia.

Aparte de las leyendas existieron personas reales con esa inquietud de elevarse por los aires como por ejemplo Arquitas, contemporáneo de Platón y personaje de esos de la antigüedad que sabía de todo, era filósofo, matemático, astrónomo, estadista ...., que creó un artilugio con alas con el que quiso volar pero sin éxito.

Inquietudes tuvo también Leonardo da Vinci, aunque creo que él sólo hizo estudios para unos cuantos inventos pero nunca intentó probarlos y creo que acertadamente pues una cosa es dibujar y otra subirse a esos inventos que muchas veces sólo llevan al coscorrón seguro, como ese tornillo aéreo que se puede ver en el dibujo y que se le considera precursor de helicóptero, que al parecer sólo hubiera logrado girar sobre si mismo como una peonza.

A pesar de los muchos fracasos y batacazos, el hombre siguió empecinado en volar y así fueron surgiendo las distintas ideas y proyectos y en el siglo XVIII aparecieron los globos aerostáticos que subir, subían, pero no se podían controlar, vamos, que se dependía mas del viento que de la habilidad del tripulante. Esto quedó arreglado ya en el XIX al construirse los dirigibles.


Otros dos personajes muy conocidos en este asunto de volar son los hermanos Wright, Orbille y Wilbur, que puede decirse son los que abrieron la puerta a la aviación y que no sólo inventaron, también construyeron y pilotaron.


Todos estos personajes son muy conocidos por eso no me extiendo más en las explicaciones porque me gustaría hablar de otro que no creo sea tan conocido pero que también tiene su mérito. Me refiero a Diego Marín Aguilera.

Diego también soñó con volar. Nacido en el seno de una familia humilde en Coruña del Conde (Burgos) a edad muy temprana tuvo que hacerse cargo de la familia debido al fallecimiento de su padre. Como persona responsable atendió bien a sus obligaciones y aunque no tuviera muchos estudios era inteligente y emprendedor y tenía además una habilidad para inventar aparatos que facilitaran los trabajos propios y ajenos, era lo que se podía llamar un manitas, ideo un artilugio que mejoraba el funcionamiento del molino, que aún se conserva sobre el Arandilla, otro con destino a la máquina para batanes, otro para aserrar los mármoles de las canteras de Espejón y seguro que muchos más.

Pero sus inquietudes no se quedaron ahí, sintió la necesidad de volar como hacían las aves que surcaban el cielo y que él contemplaba mientras se dedicaba al pastoreo y llegó a un punto en el que decidió acometer la empresa. Estudió en profundidad las aves, el movimiento de las alas y de la cola, hizo un cálculo entre el peso y la longitud de las alas, y cuando los estudios sobre papel habían terminado se puso en contacto con el herrero del pueblo y con su ayuda preparó un armazón con articulaciones para las alas y le puso unos estribos para los pies. Después de años de trabajo preparatorio había llegado el momento de realizar su sueño, volar.

El 15 de Mayo de 1793 fue el día elegido para probar su invento. Acompañado de unos amigos subieron a la peña más alta y desde allí se lanzó al vacío aparentemente con éxito, pero uno de los pernos que sujetaban una de las alas se rompió y Diego fue a dar con sus huesos al otro lado del río, descubriendo quizás lo que luego se llamaría aterrizaje forzoso. Bien es verdad que no llegó al destino que se había marcado, pero también que tuvo la suerte de no dejar la vida en el intento.
Hay quien dice que los vecinos tomándolo por loco acabaron por quemar su invento, otros en cambio opinan que fue su familia la que temiendo que si repetía la experiencia el resultado fuera fatal, le hicieron prometer que no volvería a intentarlo. Al parecer, no conozco la causa, murió seis años después, quizás queriendo volar aunque sólo fuera en espíritu.

En 1993 para conmemorar el bicentenario del vuelo de Diego, el Ejército del Aire donó a Coruña del Conde un avión que fue colocado en el punto exacto desde donde se lazó Diego para realizar su sueño. Y cerca del arco de entrada a la localidad se erigió este monumento en recuerdo de la hazaña.


Los vuelos siguen y ahora creo que ya nadie se asombra de nada inventen lo que inventen y creo que lo último es este avión solar que ya fue probado con éxito, a saber que más veremos en tiempos venideros.



Nota: Menos la primera foto que es de mi propiedad, las demás fueron tomadas de Internet.

16 Comments:

Blogger Senior Citizen said...

Siempre ha habido visionarios en todos los órdenes de la vida que se han estrellado como se estrelló el burgalés, pero gracias a ellos avanza la ciencia, porque después del visionario llega el inventor. Así los estudios de Da Vinci no hubieran funcionado pero algunos sirvieron de base para inventos posteriores.

noviembre 14, 2010 9:46 a. m.  
Blogger Ligia said...

Cómo ha avanzado todo... pero la facultad de volar solo la tienen las aves... el hombre, no, excepto con la imaginación. Abrazos

noviembre 14, 2010 9:59 a. m.  
Anonymous Marian said...

Es admirable la pasión y el arrojo de estos soñadores; algunos desconocidos para la mayoría, como el protagonista de tu post. Desde luego, sin poner alas a la imaginación no habrían surgido artilugios voladores. Para estos pioneros, en la mayoría de los casos, la práctica fue trágicamente dolorosa. Supongo que desde siempre, asociamos el vuelo a la experiencia de la libertad absoluta. De todas formas, y a pesar de los avances tecnológicos que nos permiten volar más alto y más rápido que cualquier ave, siempre miraremos con cierta envidia la belleza, la armonía y la agilidad de los pájaros.
Un abrazo y buen día

noviembre 14, 2010 10:02 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Solo un abrazo Guille

noviembre 14, 2010 11:25 a. m.  
Blogger Pedro J. Sabalete Gil said...

Cómo disfrutaría Diego viendo la variedad de aviones de ahora. Al menos no dejó la vida en el intento y descubrió el aterrizaje forzoso como dices. :-)

Un abrazo.

noviembre 14, 2010 12:34 p. m.  
Blogger Merchi said...

Gracias a este tipo de inconformistas, la cosa es que avanzamos en la vida, y no vamos para atrás como los cangrejos. Habrá siempre quien se pegue trompazos y decepciones, pero gracias a ellos, los que vienen detrás tienen unas bases para mejorar las cosas.

Besines

noviembre 14, 2010 1:26 p. m.  
Blogger Cani said...

Cuantas cosa nos enseñas cada semana. Es un placer visitarte.
Un besin

noviembre 14, 2010 3:18 p. m.  
Blogger Tawaki said...

Me encanta volar y hace poco probe el globo. Su historia también es interesante y me gustaría ponerla algún día.

No sé si lo que mueve al hombre es su inconformismo o su espíritu de superación, pero el resultado es el mismo.

Un abrazo.

noviembre 14, 2010 6:05 p. m.  
Blogger Maca said...

la historia siempre estuvo llena de emprendedores gracias a los cuales hoy día tenemos muchas cosas.
Biquiños

noviembre 14, 2010 8:22 p. m.  
Anonymous unjubilado said...

No conocía a Diego Marín Aguilera, pienso que ahora no se hubiera atrevido a pilotar su avión y hubiera dejado que un pequeño avión de papel de 90 cm de envergadura subiera a más de 27 km de altura... eso si pilotado por una figura de Playmobil.
El lugar del 'despegue' fue Piedrahita, un pueblo de Ávila, y la aeronave aterrizó en Pelayos de la Presa (Madrid).
Noticia aquí.

Saludos

noviembre 15, 2010 7:48 a. m.  
Anonymous Trini said...

Siempre tocó mi curiosidad la leyenda de Ícaro.

Me maravilla ver lo que hemos avanzado en eso del volar que, aunque no tengamos alas y nunca las tendremos, si se ha tenido imaginación y voluntad y energía en cumplir un sueño como el de trasladarnos por el aire. Cuesta creer que, en tan poco espacio de tiempo, se haya avanzado tanto y tan rápido.

Me quedo con mis alas imaginarias y sigo volando, al menos un ratito, cada día:)

Besos

noviembre 15, 2010 9:17 a. m.  
Anonymous Toupeiro said...

Me encantaría volar. Me gusta ver a las gaviotas jugueteando con las corrientes de aire, dejándose llevar sin mover las alas, cambiando de dirección cuando les place con un leve aleteo y otra vez a las andadas.


Muy buena la foto tuya.

noviembre 15, 2010 11:37 a. m.  
Anonymous Anónimo said...

Como ya se ha dicho por aquí, volar vuelan las aves, lo nuestro es pura ortopedia (de altísima tecnología).

noviembre 16, 2010 9:35 a. m.  
Blogger Leodegundia said...

Senior Citizen – Por supuesto que tienes razón, los visionarios son los que dan el primer paso aunque ese paso les lleve a darse un buen batacazo

Ligia – Volar como lo hacen las aves por sus propios medios y tan libres creo que no se logrará y casi mejor pues sólo faltaría que todo el mundo estuviera volando, los de tierra apenas si podrían respirar.

Marian – No creas, admiro a esa gente tan emprendedora, si todos fueran como yo seguro que todavía estaríamos como en tiempos de las cavernas.

Guille – Gracias.

Goathemala – Seguro que se apuntaría a ser piloto de pruebas de cualquiera de los inventos.

Merchi – Como le dije a Marian, conmigo no se si se iría para atrás, pero para adelante poquito poquito.

Cani – Son cosas que leo y que llaman mi atención.

Tawaki – Yo viajé en avión varias veces, pero no me siento cómoda, soy de las de los pies en tierra firme.
Si escribes sobre los globos, seguro que será un artículo muy interesante.

Maca – Ya lo se, así es la vida, unos inventan y los demás vamos detrás aprovechándonos de ello.

Unjubilado – No conocía esa noticia, está claro que lo de volar atrae a muchos aunque sea mandando a un muñeco como piloto.

Trini – Supongo que se empieza por inventar leyendas que luego alguien aprovecha para intentar llevarlas a la realidad. :-) Yo también me quedo con las alas imaginarias creo que son menos peligrosas.

Alejandro Kreiner – No se que te diga, algunos tienen tanta imaginación que se les ocurren montones de cosas sin necesidad de partir de nada en concreto.

Toupeiro – Suena bien, pero de todas formas yo prefiero quedarme en tierra y de todas formas es mejor no querer acaparar todos los lugares de este mundo, dejamos algo para los animales.

Salamandra – Acabas de hacer una descripción fantástica del vuelo de los humanos, ortopedia, eso es.

noviembre 16, 2010 11:23 a. m.  
Blogger Calma en días de tormenta (Darilea) said...

Por mucho que el hombre pretenda volar, creo que jamás logrará la belleza de un pájaro, creo Leo que el hombre solo puede volar en plenitud cuando se abandona en un sueño.
Un beso.
Pd: Tanta tecnología hoy en día hasta me asusta.

noviembre 16, 2010 4:25 p. m.  
Blogger Leodegundia said...

Oréadas – Opino lo mismo que tú creo que jamás logrará la belleza de un pájaro.
A mi tantos avances también me inquietan bastante.

noviembre 20, 2010 6:45 a. m.  

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