El rincón de Leodegundia

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miércoles, abril 26, 2006

Pinceladas

Pretender dar a conocer un país en poco espacio es imposible, pero siempre se pueden dar unas cuantas pinceladas que despertarán nuestro interés y curiosidad por conocer más, y eso es lo que pretendo hoy y la primera pincelada será como una especie de adivinanza:

Efectivamente, se trata de Colombia. Ahora despleguemos la paleta con todos los colores posibles y ayudados por la magia ante nuestros ojos asomarán los verdes de sus selvas y sus valles


Los azules de lagunas y embalses


Usaremos ahora los tonos oscuros para las montañas y cubriremos sus cimas de blanco.


Mezclamos colores, azules, ocres, verdes, blancos…. para pintar ríos, playas, altiplanos e islas.

Y seguimos con las mezclas para hacer surgir las ciudades

De nuevo verdes, rojos, distintos tonos de marrón, todo ello para sacar a la luz un producto típico y mundialmente conocido de este país, el café.


Antes de que se termine la pintura no olvidemos el arte, en esta ocasión sólo dos colores, el amarillo del oro para el arte antiguo y un color casi negro para el arte moderno.


La pintura se acaba, sólo queda verde, algunos tonos de azul, un poco del color oscuro usado en las montañas y un gris plateado con el que formaré una mariposa en medio del follaje que será una bonita manera de despedirse de este país para el que necesitaríamos muchísima pintura para poder mostrarlo entero, mucho es lo que queda y todo digno de ver, pero al menos tenemos una muestra de lo maravillosa que es Colombia.


miércoles, abril 12, 2006

Pausa


Últimamente no dispongo de mucho tiempo para escribir los artículos y hasta ahora fui editando los que tenía ya preparados y archivados en “Borrador”, pero ya no me quedan más, así que necesitaré un poco de tiempo para preparar otros.

Espero que esta situación mejore y pronto pueda volver a mi rutina habitual para poder seguir disfrutando con vuestra compañía.

Un abrazo
Leodegundia

jueves, abril 06, 2006

Un poco de sosiego

Demasiado ruido, demasiadas prisas, demasiados problemas, todo esto se arremolina a nuestro alrededor logrando que la paz huya de nuestro entorno. Quizás llegó el momento de tomarnos unos minutos para serenar el alma y dónde mejor que en un lugar donde el tiempo quedó estacionado y el único sonido es el de la brisa y el del agua que brota alegre de la fuente. Este lugar único es un claustro.

Elegí el que creo puede ser el mas hermoso de todos, el Claustro de los Benedictinos de Monreale, en Sicilia y hoy no hablaré ni de arte ni de historia, el único sonido es el que ya cité y será a través de nuestros propios ojos que iremos absorbiendo la belleza que nos rodea y que cada uno interpretará a su manera.

Nada más comenzar nuestra andadura, el tiempo se detiene, caminamos lentamente a la sombra mientras el sol ilumina alegre el jardín en donde se pueden ver unos árboles que tienen significado, como la palmera, símbolo del alma; el granado, símbolo del Paraíso Celestial; la higuera, que según una antigua tradición fue el primer alimento del hombre y el olivo, que de sus frutos se extrae el óleo santo.

Elevamos los ojos y nos damos cuenta de que los capiteles que rematan las columnas son como un libro en piedra que nos muestran escenas de la Biblia, de la vida cotidiana y algunos símbolos del bestiario medieval y por un momento pensamos en los artistas que fueron capaces de realizar estas maravillas.

Dejamos resbalar la mirada que recorre las dobles columnas, sobrias unas, sin adorno alguno; coloridas otras con mosaicos de diversas formas y vivos colores o hermosamente trabajadas como podemos apreciar al acercarnos y verlas con detalle.


Continuamos sin prisas, fascinados por tanta belleza sin mostrar ninguna resistencia a nuestros ojos que deciden volver al libro de piedra para encontrarse con flores y hojas bellamente trabajadas o con la representación de la historia del mendigo Lázaro.

Percibimos ahora un sonido agradable cada vez más cercano, la voz cantarina del agua que brota de una fuente, si, estamos llegando al claustro pequeño situado en el suroeste, es pequeño y en su centro está la fuente bañada por el sol y en donde se acaba de posar unas palomas que tranquilamente sacian su sed.

Llegamos al final, nuestro espíritu está más sosegado y ya estamos más preparados para enfrentarnos de nuevo al ruido, a las prisas y a los problemas y por si en algún otro momento sentimos la necesidad de un poco de calma, grabemos esta imagen en nuestra mente de forma que con sólo cerrar los ojos, volvamos a introducirnos en este maravilloso claustro.