El rincón de Leodegundia

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jueves, marzo 30, 2006

Lucila Godoy


El 7 de Abril de 1889 al amanecer, nació Lucila Godoy en la aldea de Vicuña, en la época en que los vientos cordilleranos acarician la naturaleza, ese viento que como ella diría años después: “Yo he adorado siempre el viento. En las tardes, después de terminadas mis labores escolares, me iba hacia el punto alto de la escarpa y ahí por largo rato me sumergía en su soplo.”.

Fue su padre don Jerónimo Godoy Villanueva, un maestro de primaria de la aldea de Montegrande, que gustaba más del vagabundeo y los amoríos que del trabajo. Aparecía y desaparecía de su casa cuando le venía bien y cuando regresaba a su hogar, lo hacía como si nada hubiera ocurrido, alegre y bromista hasta que de pronto, un día cualquiera y sin ninguna explicación, volvía a desaparecer. Cuando Lucila tenía tres años, desapareció para siempre. Su madre Petronila Alcayaga de Molina, era viuda y tenía una hija adolescente de su anterior matrimonio, Emelina, que va a convertirse en una gran amiga y una gran ayuda para Lucila.

La vida de Lucila nunca fue fácil y su niñez la marcó para siempre. Primero fue la desaparición de su padre que a parte de su pérdida las dejó en una situación muy precaria de la que salían no sin dificultad gracias al carácter tenaz y luchador de su madre y la ayuda de su hermana que ya ejercía de maestra de primaria. Ella se vuelve retraída, juega sola y empieza a inventar historias con muñecos, conversa con las iguanas o los almendros y así crece en su infancia solitaria rodeada de la naturaleza y es tanto su aislamiento que incluso se olvida las horas de la comida por lo que su madre decide enviarla a la escuela en donde ejercía de maestra una amiga suya, doña Adelaida Olivares.

Aquí recibe otro golpe que no olvidará. Doña Adelaida era ciega y Lucila se convirtió en su lazarillo y la acompañaba de su casa a la escuela y de nuevo a su casa, pero esta mujer no era persona muy afectiva y no fue capaz de comprender el carácter de Lucila, tan tímida que incluso le costaba pronunciar bien su nombre. A la maestra no se le ocurrió nada mejor que confiarle la misión de repartir entre sus compañeras el material escolar fijándole una cantidad para el mes. Pero las niñas, con la maldad característica de la infancia, se apoderaban de cantidades superiores a la prevista y al poco tiempo la pobre Lucila se encontró con que ya no quedaba material para repartir. Preguntada por la maestra sobre el mal reparto de dicho material, no fue capaz de contestar por lo que doña Adelaida reuniendo a toda la clase, la acusó de robar y la condenó sin más. Fue tal el disgusto de Lucila que perdió el conocimiento y para rematar, cuando salió a la calle un grupo de niñas la estaba esperando a la puerta para apedrearla.

Como se suele decir, Dios escribe derecho con renglones torcidos y lo que para unos fue una desgracia, para Lucila fue la salvación. Su hermana Emelina era maestra en Montegrande, donde vivía con su marido y su hija Graciela. Un día llegó la noticia de que la niña Graciela había muerto y a raíz de esto, deciden que Lucila se vaya a vivir con su hermana para que pudiera consolarla de la pérdida de la niña. Este cambio de residencia es muy positivo pues su hermana se vuelca con ella y la cuida y la atiende con todo cariño y además como buena maestra que era, la ayuda en sus estudios y es tal la admiración que despierta en la niña que esta decide convertirse también en maestra para lo que pone mucha atención en los estudios y a pesar de una grave enfermedad que la retiene en cama bastante tiempo, continua sus estudios bajo la atenta mirada y supervisión de Emelina. Así definió ella su vocación:
“Yo también seré maestra, como mi hermana Emelina; ya lo tengo decidido. Tendré mis alumnos, el bullicio en los patios y lecciones dichas en voz alta en alguna escuelita”
En 1905 obtiene un trabajo como ayudante en una escuela rural, enseña y aprende y una de las cosas agradables que observa es que los niños aprenden mucho más si se les crea un clima feliz, le gusta llevar a cabo sus clases al aire libre y las lecciones se desarrollan como un juego, pero cuando regresa a su casa, se siente sola y se pregunta que será de su vida. Y entonces, como suele suceder en la vida, el amor apareció en su vida transformándolo todo, Romelio Ureta, ferroviario, este es el hombre que la hace feliz y los sentimientos que le produce quedan captados en este verso:
El mundo fue más hermoso
desde que me hiciste aliada
cuando junto a un espino
nos quedamos sin palabras.
¡Y el amor como el espino
nos traspasó con fragancias!

Pero la felicidad es una extraña pasajera que recorre un trecho a nuestro lado en la vida y luego se aleja y así le sucedió a Lucila, él la dejó para casarse con otra y esto la hirió profundamente, pero Romelio no se llevaría la mejor parte, tiempo después él se suicidó. Ella seguía escribiendo y un buen día decidió presentarse a un certamen poético que se celebra en Santiago de Chile, los Juegos Florales que la Sociedad de Artistas y Escritores convoca para premiar las mejores composiciones Para ello los concursantes deben de presentar sus trabajos firmados con seudónimo. La obra elegida es “Tres sonetos de la muerte” y ella elige el nombre de GABRIELA MISTRAL.

El 22 de Diciembre de 1914 los “Tres sonetos de la muerte" fueron premiados en el concurso y se puede decir que a partir de aquí Lucila va desapareciendo para surgir con fuerza la que se convertirá en una de las más famosas poetisas del mundo conocida por ese seudónimo que la acompañará durante toda su vida.

1915 – Forma parte de un grupo que funda el “Club de Señoras” para reformar las costumbres sociales y emancipar a la mujer.
1918 – Fue nombrada Directora del Liceo de señoritas en Punta Arenas
1920 - Se traslada al Liceo de niñas de Temuco y aquí conoce a Pablo Neruda.
1921 – Pasa a dirigir el Liceo nº 6 de Santiago
1923 – Publica en Estados Unidos su primer libro de poemas “Desolación”.
1924 – Publica “Ternura”. Viaja por Europa.
1928 – Gabriela viene a España
1929 – Estando ella en Bedarrides (Francia) se le presenta un hermanastro suyo, Carlos Miguel Godoy, con una criatura en brazos, su hijo natural y le ruega que se haga cargo de él pues su madre acababa de morir. El niño de nombre Juan Miguel Godoy era conocido por Yin-Yin, ella acepta y desde entonces se convierte en su madre.
1930 – Recibe una invitación de estados Unidos para dar clases y conferencias.
1935 – El gobierno chileno crea para Gabriela el cargo de cónsul con una renta especial y vitalicia. En 1936 es designada cónsul en Madrid
1938 – Edita en Buenos Aires “Tala”. Los Cursos de Vacaciones organizados por el profesor Eduardo de Salterain Herrera reunieron en Montevideo a las tres damas de la poesía americana. Gabriela Mistral, Alfonsina Storni y Juana de Ibarbaorou.
1940 – Se traslada a Brasil y establece el Consulado en Petrópolis.
1943 – El 14 de Agosto Yin-Yin se suicida.
1945 – Obtiene el Premio Nobel de Literatura
1947 – Muere su hermana Emelina.
1948 – Sufre un colapso que casi le cuesta la vida.
1951 – Empieza a fallarle la vista. Se instala en Italia como cónsul de Chile en Nápoles. Se le concede el premio Nacional de Literatura
1954 – En Chile se publica “Lagar”. Gabriela llega a Santiago y es recibida con todos los honores. Es nombrada Doctor Honoris Causa de la Universidad.
1955 – Lee un mensaje en la solemne sesión celebrada en la gran sala de las Naciones Unidas.
1956 – Permanece durante unos meses en el Hospital de Hamstead, muy cerca de Nueva York.
1957 – Muere en la madrugada del 11 de Enero de un cáncer de páncreas.

BALADA DE LA ESTRELLA

-Estrella, estoy triste.
Tú dime si otra
como mi alma viste.
-Hay otra más triste.

-Estoy sola, estrella.
Di a mi alma si existe
otra como ella.
-Si, dice la estrella.

-Contempla mi llanto.
Dime si otra lleva
de lágrimas manto.
-En otra hay más llanto.

-Di quién es la triste,
di quién es la sola,
si la conociste.

-Soy yo, la que encanto,
soy yo la que tengo
mi luz hecha llanto.


YO NO TENGO SOLEDAD

Es la noche desamparo
de las sierras hasta el mar.
Pero yo, la que te mece,
¡yo no tengo soledad!

Es el cielo desamparo
si la luna cae al mar.
Pero yo, la que te estrecha,
¡yo no tengo soledad!

Es el mundo desamparo
y la carne triste va.
Pero yo, la que te oprime,
¡yo no tengo soledad!


Obsequio de Incondicional, Gabriela Mistral recita un poema.

jueves, marzo 23, 2006

El símbolo de París

A pesar de las muchas críticas que recibió durante su construcción, hoy en día esta torre se convirtió en el símbolo de París y es quizás el monumento más contemplado y fotografiado de esa ciudad.

Fue proyectada para que sirviera como arco de entrada a la Exposición Universal de París que se celebró en 1889. El primer proyecto de construcción fue concebido por dos colaboradores de Gustave Eiffel, los ingenieros Emile Nouguier y Maurice Koechlin, el último de los cuales dibujó el primer plano en 1884. Eiffel continuó trabajando en la idea de la torre y presentó el proyecto al ministro de Industria y Comercio siendo aprobado el 12 de Junio de 1886.

El 26 de Enero de 1887 se iniciaron los trabajos que finalizaron en Marzo de 1889. Es una estructura abierta, de hierro, sin pisos intermedios a excepción de dos plataformas. Su peso inicial era de unas 7.341 toneladas aunque hoy en día creo que supera las 10.000 debido a las tiendas, restaurantes, museo y almacenes que alberga. Tiene forma de pirámide cuadrangular de caras cóncavas, constituida por tres tramos situados a 57 m. 116 m. y 276 m sobre el nivel del suelo. La última planta lleva la cúpula que corona la torre, así como la linterna del faro. El punto más elevado se hallaba en 1889 a 300 m. del suelo, pero hoy debido a las antenas de radio y televisión su altura llega hasta los 324 m. Se puede subir cómodamente a la segunda planta por medio de dos ascensores, pero el que se sienta con ánimos puede hacerlo ascendiendo por la escalera que tiene nada más que 1.665 escalones.

El mantenimiento de la torre incluye la pintura de la misma cada siete años. En un principio su color era amarillo, pero en estos momentos muestra una tonalidad marrón. Al parecer esta torre tenía que ser demolida una vez finalizada la Exposición Universal, pero unas pruebas de transmisión radiofónica efectuadas por el ejército francés realizadas antes de la fecha de demolición, salvaron la torre.

Las fotos que ilustran este reportaje, me fueron cedidas por Israel Alonso que las hizo el mes pasado en su visita a esta bella ciudad.


sábado, marzo 18, 2006

O tu hijo morirá

Mi opinión es que la Historia se repite continuamente, ya que el género humano, que es el protagonista, actúa movido por los sentimientos y estos – amor, odio, envidia, celos, ambición…. – se manifiestan de la misma manera en todas las épocas, lo que lleva a situaciones similares aunque entre ellas existan varios siglos de diferencia. Para mi el mundo es como una especie de teatro en el que cambian los decorados y los actores, pero no la trama.

El ejemplo que traigo hoy tiene como protagonistas a dos hombres, los dos responsables de la defensa de una plaza en tiempos de guerra, los dos teniendo que tomar una dura decisión, los dos luchando entre su sentido del deber y el amor a su hijo y a pesar de los más de seis siglos de diferencia entre ambos, la decisión que tomaron fue la misma.

No se trata aquí de opinar sobre si lo que hicieron estuvo bien o mal, sobre quien en ambos bandos de las dos situaciones eran los buenos o los malos, ni siquiera en dar detalles extensos de las causas que hicieron que los sucesos se produjeran, lo único que pretendo es dar a conocer a unos y recordar a otros, estas dos situaciones semejantes en los hechos y lejanas en el tiempo.


Alonso Pérez de Guzmán, más conocido por Guzmán el Bueno, era un aristócrata y guerrero castellano, nacido en León en 1256. Hijo natural de Pedro Núñez de Guzmán, adelantado mayor de Andalucía.

En su juventud marchó al norte de África para servir al soberano de Fez. En 1282 recibió un inesperado mensaje de Alfonso X pidiéndole que convenciera al soberano musulmán para que le ayudara en sus luchas contra su hijo rebelde, el futuro Sancho IV. Una vez cumplida esta misión con éxito, Guzmán regresó a Sevilla con todos los honores y allí se casó con una dama de la nobleza sevillana.


Pasados los años, se puso al servicio de Sancho IV, quien le encargó la defensa de Tarifa. El infante don Juan, hermano del rey queriendo vengarse de este, marchó a Tánger y pactó con Abu Yusuf que a cambio de un ejército para enfrentarse a su hermano, le devolvería la plaza de Tarifa. Llegados a un acuerdo, en 1294 el ejército de Yusuf y el Infante don Juan pusieron cerco a la plaza, pero viendo que no había posibilidad de rendirla por las armas, tomaron como rehén al hijo de Alonso Pérez de Guzmán, amenazando a éste con matar a su hijo si no les entregaba la plaza. Entonces Guzmán, desenvainó su propio cuchillo y tirándolo a los pies del infante don Juan le dijo que podrían matar a su hijo, pero la plaza no sería rendida. Ante esta postura, los sitiadores levantaron el cerco no sin antes matar al niño.


José Moscardó Ituarte, nació en Madrid en el año 1878. Después de finalizar sus estudios y como militar de infantería, participó en las guerras coloniales de Filipinas y más tarde en Marruecos. En 1934 es nombrado Comandante Militar de Toledo y en 1936, con el grado de coronel, era director de la escuela de Educación Física de Toledo.

Al comienzo de la Guerra Civil Española, Moscardó declara el estado de guerra en la ciudad de Toledo pero ante la imposibilidad de dominarla en su totalidad, se recluye en el Alcázar el 22 de Junio con unas 1.800 personas. Las fuerzas republicanas cercan el Alcázar sometiéndolo a bombardeos, cañoneo de artillería y ataques con tanques que provocan un gran número de muertos y reducen la mayor parte del edificio a ruinas, pero no consiguen acabar con la resistencia.

Durante este periodo de sitio, las fuerzas republicanas arrestaron al hijo de Moscardó, Luis, de 24 años. Sus captores llamaron al general por teléfono para informarle de que sería fusilado si no rendía el Alcázar, e incluso, para que viera que la amenaza iba en serio, le dejaron hablar con su hijo. A pesar de ello, Moscardó se negó a rendir el Alcázar y Luis fue ejecutado.


Es muy posible y dado que el género humano no aprende nada, que transcurridos otros seis siglos vuelva a producirse el mismo hecho y un defensor de una plaza ya sea en la tierra si es que todavía existe, o en una estación espacial o en otra galaxia, algún padre vuelva a encontrarse ante el tremendo dilema de elegir entre mantener su plaza o salvar a su hijo.

martes, marzo 14, 2006

El cuélebre

En Mayo del año pasado hablé por primera vez sobre los personajes de la mitología asturiana que está bastante poblada; en aquella ocasión elegí a la Güestia y después de explicar en que consistía, transcribí un fragmento de un cuento que escribí hace tiempo. Hoy se me ocurrió que ya era hora de presentar a otro de esos personajes, muy conocido por estas tierras, como es el Cuélebre.

Empezaré por presentároslo. El Cuélebre es una especie de serpiente enorme que tiene unas alas como las de un murciélago y todo su cuerpo está cubierto de escamas durísimas que le sirven de coraza, por lo que es muy difícil matarlo; sólo tiene un punto vulnerable, la garganta. Vive agazapado en el bosque o en cuevas y con sus penetrantes silbos aterroriza a los habitantes de las aldeas a los que se come sin ningún miramiento. Hay muchas aldeas que tienen sus propias historias sobre el Cuélebre que les tocó aguantar y una de esas historias bien puede ser esta:

La aldea de Suto no era muy grande, pero era un buen lugar donde vivir, pero un día sus habitantes oyeron los terroríficos silbos de un Cuélebre y las pobres gentes echaron a correr para refugiarse en sus casas, no todos lo consiguieron, el que menos corrió fue devorado en un pispas.

Alarmados y sabiendo que una vez que un cuélebre se instalaba cerca de una aldea ya no la abandonaba, decidieron reunirse con los ancianos para que en asamblea se tomara una determinación y acabar con el problema. Reunido el pueblo en el ayuntamiento, empezaron las deliberaciones. Al principio todos hablaban al mismo tiempo pues el miedo los tenía alborotados, pero el más anciano de la aldea puso orden y preguntó a los concurrentes si alguien sabía cual era la mejor manera de matar al Cuélebre.

Delmiro dijo que él había oído contar que sólo tenía un punto débil, la garganta y que la noche de San Juan era el mejor momento para atacarlo pues esa noche los cuélebres se quedaban un poco adormilados. Aquello parecía una buena solución, pero la noche de San Juan estaba lejos y ¿qué harían hasta entonces?.

Nuevamente se montó un alboroto hasta que Cundo, que normalmente no hablaba mucho, propuso que lo mejor era disparar una flecha dirigida a la garganta del Cuélebre y el problema estaría terminado. No parecía descabellada la idea, pero, ¿quién sabía disparar una flecha?, los habitantes de la aldea lo único que sabían disparar eran piedras para espantar a los pájaros que atacaban los sembrados por lo que ¿quién tiraría las flechas entonces?. Después de acaloradas discusiones, el más anciano propuso lo siguiente: Todos los días se fabricaría una boroña enorme que se le entregaría al Cuélebre para que al estar bien alimentado no se comiera a nadie más y entre tanto todos los hombres del pueblo, jóvenes o viejos, debería de proveerse de un arco y flechas y practicar todos los días y el que demostrara más habilidad, sería el elegido para matar al monstruo. La idea fue acogida con entusiasmo y todos se marcharon ilusionados para comenzar estas nuevas tareas.

La fabricación de la boroña no supuso ningún problema que no fuera su gran tamaño y todos los días cuatro aldeanos salían al camino que conducía al bosque y gritando a pleno pulmón decían:

“Abre la boca, culebrón
que ahí te va el boroñón”

Pero lo del arco y las flechas ya era otro cantar, con tantos ensayos no quedó pita, gocho, perro o algún que otro aldeano que no probaran la medicina que se le intentaba dar al Cuélebre, hasta tal punto, que los aldeanos ya casi preferían tener de vecino a este que a los improvisados arqueros. Visto que el tema arco y flecha no sería la solución, sino más bien otro problema añadido, el más anciano volvió a convocar a los vecinos para cambiar la estrategia y fue entonces cuando Céfero, el herrero, propuso que se buscara una piedra grande que tuviera la forma de la boroña y que calentándola al fuego le fuese entregada al Cuélebre en lugar del pan.

Dicho y hecho, cuando la piedra estaba bien caliente, llamaron al Cuélebre y se la dieron a comer. Este al sentir que su garganta se quemaba, lanzó un terrible bramido y a toda prisa se dirigió al mar para que el agua enfriara la piedra que le estaba abrasando y allí se quedó para siempre pues es el lugar en donde se quedan cuando se hacen viejos o se mueren y de esta forma la aldea se vio libre de él.

Una cosa queda por decir, los cuélebres tienen sus obligaciones como todo el mundo, normalmente cuidan los tesoros y vigilan a las Xanas, por eso la gente está segura que allí donde habite un cuélebre, fijo, fijo que hay un tesoro o una Xana prisionera, pero de las Xanas hablaremos otro día.

sábado, marzo 11, 2006

Perú nos sorpende


Esta temporada, cuando se abre el periódico para conocer las últimas noticias, rara es la vez que se encuentran algunas agradables. Demasiada violencia, demasiados robos, demasiadas guerras, e inútiles peleas entre los políticos; pero hoy en un pequeño apartado encontré una noticia grande a la que merece la pena dedicar un artículo.

Se trata del descubrimiento de una catarata en Perú, al parecer es la tercera más alta del mundo con 771 metros, detrás de la de El Salto del Angel, en Venezuela (972 m.) y la de Tugela Falls, en Sudáfrica (948), pero esto a mi entender y sin restarle importancia, no es lo más significativo, según mi opinión es que lo verdaderamente interesante en esta noticia es que cuando la mayoría de la gente cree que este viejo Planeta ya no tiene secretos, se destapa con esta maravillosa catarata que durante siglos tuvo escondida, al menos para la mayoría de los mortales, pues me extraña que algunos de los habitantes de la zona no la conocieran. De hecho se le dio el nombre de Gocta, nombre del poblado más cercano a la caída de agua, en el corazón de Chachapoyas.

Dice la noticia que está rodeada de selvas y leyendas centenarias, como la de que los lugareños, que la conocen como “La chorrera”, temen ser cautivados por el hechizo de una hermosa sirena rubia que cuida un perol de oro que a su vez es resguardado por una serpiente gigante y esto es muy curioso, pues viene a ser la misma leyenda de la mitología asturiana en la que la Xana sería esta sirena y el Cuélebre la serpiente. Para más casualidad, precisamente el escrito que tenía preparado para hoy se titulaba así: “El Cuélebre” que lo editaré después de este de hoy ya que esta noticia me pareció que tenía preferencia.

No se si algún peruano leerá mi página, pero si es así, me gustaría que ampliara la noticia y confirmara o desmintiera los pocos datos que pongo y que son los que tengo. A mis lectores y tertulianos habituales ya no hace falta decirles nada, pues siempre colaboran con toda la información de que disponen logrando que mi página se convierta en una agradable reunión de amigos.

Buen fin de semana a todos

miércoles, marzo 08, 2006

Caín

Conmigo nacieron la avaricia, la envidia, el odio y el crimen. No supe comprender el don divino y paternal de la vida en una naturaleza florecida y piadosa en la que todo se daba generosamente, como una compensación del paraíso perdido, tan próximo todavía que más de una vez encontré sus violetas maravillosas en los ojos de mi madre. Por que mi alma, libre, se entregó a las pasiones que inspira el espíritu réprobo; porque mi ofrenda al Omnipotente no era límpida y franca; porque amaba con ceguera los frutos de mi campo, el Señor se sintió airado y me mostró su enojo. Descargué sobre Abel la cólera secreta e impotente que me roía en silencio. Abel era esbelto y dulce, con el corazón puro. Sus párpados abrochados para siempre, su boca sin aliento, su tez descolorida, su pulso en definitivo reposo me hacían tanta falta como el aire y la luz. No podía dormir de ansia, imaginándomelo así. Cuando lo contemplé en esa forma fui dichoso como quizás nadie lo sea más en la vida. ¡Minuto deslumbrador, embriaguez para la que no se podría encontrar un nombre, plenitud del goce del odio!. La fuga, el espanto, el grito de Dios horadando mi sueño, el ojo del muerto persiguiéndome en la luz y tinieblas, fueron el sufrimiento destilado gota a gota, cauce de hilada corriente interminable en el que tenía que beber todas las horas y que al fin se me hizo familiar. Aquello otro fue el júbilo llevándome como un torrente que arrastra un tallo menudo o como un huracán que toma la pelusilla de un cardo y la hace girar enloquecidamente. Atormentado y maldecido me multipliqué, sin embargo, igual que la cizaña. Y por el mundo anda crecida mi raza, la que besa al entregar el amigo al enemigo, la que asalta al hermano con saña de pantera, la que, empeorándose con los siglos, ya no siente como un terrible castigo el anatema de Jehová ni se turba porque un ojo que lo acusa se le enfrente todas las noches en el sueño. Desde el círculo de helada sombra donde giro expiando mi eterno delito, mis manos retorcidas arrancan constantemente, con la desesperación del que sabe que espera lo imposible, puñados ardientes de mis propios cabellos erizados. Porque más negra aún que el horror de haber matado a mi hermano, es esta semilla mía de traición y de odio que ha cundido sobre la tierra cual una zarza maldita, reeditando minuto a minuto mi culpa irredimible.

Este escrito forma parte de las Obras Completas de Juana de Ibarbourou, en el apartado de “Estampas de la Biblia”. Creo que ya en otra ocasión nombré a esta escritora uruguaya, (Melo 1895-Montevideo 1979) que con Alfonsina Storni, argentina y Gabriela Mistral, chilena, forman a mi entender el trío mas sobresaliente de la poesía femenina de América, que se reunieron por primera y única vez en el verano de 1938 en Montevideo.

sábado, marzo 04, 2006

Místicos españoles



Yo toda me entregué y di,
Y de tal suerte he trocado,
Que mi Amado para mí
Y yo soy para mi Amado.


En esta soledad con Dios, culmina la aspiración que mueve al místico y ocasiona sus goces y desalientos. Y así lo siente Santa Teresa y lo expresa en sus poesías y en el relato de su vida que ella misma hace por mandato de su confesor:

“Quiere Dios por su grandeza que entienda esta alma que está Su Majestad tan cerca de ella, que ya no ha menester enviarle mensajeros, sino hablar ella misma con Él, y no a voces, porque está ya tan cerca, que en meneando los labios la entiende”.

“Querría ya esta alma verse libre; el comer la mata; el dormir la acongoja; ve que se le pasa el tiempo de la vida pasar en regalo, y que nada ya la puede regalar fuera de Vos; que parece vive contra natura, pues ya no querría vivir en sí sino en Vos”.

Teresa de Ahumada nació en Ávila, el 28 de Marzo de 1515. Desde temprana edad, quizás influenciada por la afición de su padre a la lectura, solía leer vidas de santos que causaron en ella una gran impresión, hasta el punto de que junto con su hermano Rodrigo, con el que compartía juegos y sueños, decidieron que deseaban convertirse en mártires para conquistar la gloria eterna y para conseguirlo abandonaron su casa para dirigirse a tierra de moros con las esperanza de morir por la fe. Su viaje fue corto, pues llegados a Adaja se toparon con su tío que rápidamente los devolvió al lado de sus padres. Esto no desanimó a Teresa que planeó construir en el jardín de su casa una celda para poder vivir como ermitaños, proyecto que también fracasó, pero desde entonces, Teresa empezó a amar la soledad.

La madre de Teresa murió cuando ésta tenía catorce años lo que la afectó en extremo y así lo cuenta ella misma: “Como yo comencé a entender lo que había perdido, afligida fuíme a una imagen de Nuestra Señora y supliquéla fuese mi madre, con muchas lágrimas. Paréceme, que aunque se hizo con simpleza, que me ha valido…..”

Por aquella época, ella y su hermano comenzaron a leer libros de caballerías y fue tanta su afición que así lo reconoció al escribir sobre su vida :” ….y apréciame no ser malo, con gastar muchas horas del día y de la noche en tan vano ejercicio, aunque escondida de mi padre. Era tan en extremo lo que en esto me embebía, que, si no tenía libro nuevo, no me parece tenía contento.” y dice además sobre lo mucho que le influían estos libros :”Comencé a tener galas, y a desear contentar en parecer bien, con mucho cuidado de manos y cabello y olores y todas las vanidades que en esto podía tener ...."

Este cambio tan drástico, llevó a su padre a tomar la decisión de internarla en el convento de las Agustinas de Ávila, en el que eran educadas las jóvenes de su clase. Año y medio después, cayó enferma y su padre la regresó a la casa y es allí en donde ella empezó a reflexionar seriamente sobre la vida religiosa que la llevaba a un gran desasosiego pues a ratos le atraía y a ratos le repugnaba. Para terminar de decidirse, fue a visitar a su amiga Juana Suárez, que era religiosa en el convento carmelita de la Encarnación, en Ávila y allí se quedó comenzando su vida como religiosa.

A partir de aquí, la vida de Santa Teresa no fue fácil, ni por su mala salud, ni por su carácter, prudente, amable y caritativo, pero que llegado el caso, sabía enfrentarse a las más altas autoridades civiles y eclesiásticas por eso, Richard Crashaw, poeta inglés y gran admirador de Santa Teresa, se refería a ella con los símbolos opuestos de “el águila y la paloma” y le dedicó uno de los himnos más famosos de la poesía religiosa en lengua inglesa: “El corazón en llamas”. Podía pasar de un misticismo que la llevaba al éxtasis, hasta una gran alegría, ya que no era amiga de gente triste. Decía: “Dios me libre de santos encapotados” y por eso recomendaba la alegría a sus monjas.

A pesar de su humildad, no dejaba de reconocer que físicamente era mas bien bella, por eso en una ocasión, cuando Juan de la Miseria traslada sin gran fortuna su imagen al lienzo, el comentario de la Santa al verlo fue: “Dios te perdone, Fr. Juan, que ya que me pintaste, me has pintado fea y legañosa”. Y refiriéndose a sus rasgos de carácter, ella misma se define así: No soy nada tierna, antes tengo un corazón tan recio, que algunas veces me da pena…..”

Sabida es que esta santa, tenía visiones lo que le proporcionó no pocos problemas pues las personas consultadas le advirtieron de que era víctima de los engaños del demonio aunque ella estaba persuadida de que sus visiones procedía de Dios. Esto la llevó a un estado de confusión que se agravó por las persecuciones a que fue sometida por las gentes que se empeñaban en creer que estas visiones eran cosa del demonio, pero en el relato que hace de su vida cuenta con todo detalle estas visiones y las revelaciones que le fueron hechas. Dicen que en algunos de sus éxtasis llegó a elevarse hasta un metro y después de una de ellas escribió esta poesía:

Vivo sin vivir en mí,
Y de tal manera espero,
Que muero porque no muero.

Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí.
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero:
Que muero porque no muero
……………………………


Uno de los grandes problemas con los que se encontró fue su deseo de reformar la orden de las carmelitas pues las reglas se habían relajado y los conventos eran como centros de reunión de las damas y caballeros de la ciudad, además las religiosas podían abandonar la clausura al menor pretexto. Como en todas las reformas, aquí también hubo personas que aprobaron el proyecto y detractores del mismo. La lucha fue dura, pero Santa Teresa no perdió la paz en medio de las persecuciones y acusaciones a las que se vio sometida y siguió encomendando a Dios el asunto. Y la reforma llegó y no sólo para las religiosas, algunos frailes también estuvieron de acuerdo en abrazar la reforma, uno de ellos, Juan de Yepes, más conocido por el nombre de Juan de la Cruz, le ayudó a fundar el primer convento de carmelitas descalzos en Duruelo. La vida de este fraile, que también llegó a alcanzar la santidad, la relata Caboblanco y así quedan reflejadas las historias de los dos místicos españoles más famosos.

Muere Santa Teresa en Alba de Tormes, el 4 de Octubre de 1582, teniendo lugar su canonización en 1622.


¡Cuán triste es, Dios mío,
La vida sin ti!
Ansiosa de verte
Deseo morir.

Carrera muy larga
Es la de este suelo,
Morada penosa,
Muy duro destierro.
¡Oh dueño dorado!
sácame de aquí.
Ansiosa de verte
Deseo morir.
……………


miércoles, marzo 01, 2006

Milón de Crotona

Muy cerca de la ciudad de Olimpia, se celebraban antiguamente en honor de Júpiter unas grandes fiestas. Estas fiestas llamadas “juegos” que tomaban por pretexto el culto de la divinidad, eran en realidad diversiones que, con gran satisfacción del pueblo, organizaban los magistrados. Por lo tanto se puede decir que los Juegos Olímpicos comenzaron bajo los auspicios de la religión. Tenían lugar cada cinco años, durante la luna nueva.

Comenzaban con los sacrificios que el pueblo ofrecía en el templo de Júpiter. Los altares se embellecían con adornos magníficos y flores y la sangre de las víctimas manaba a torrentes, prolongándose las ceremonias hasta bien entrada la noche, bajo la luz de la luna y a los primeros fulgores de la aurora se tomaban las disposiciones necesarias para comenzar los juegos.

Las pruebas se disputaban en el estadio - reservado a las carreras a pie y a combates diversos - y en el hipódromo – dedicado a las carreras de caballos y de carros. Antes de efectuarse el alistamiento de los concurrentes a las pruebas, éstos comparecían ante los jueces que debían fallarlas y prestaban juramento de comportarse lealmente y de no recurrir jamás a ninguna artimaña o recurso ilegal. La lealtad y el honor debían de inspirar sus esfuerzos.

A parte de las carreras a pie y los ejercicios de agilidad y fuerza, se celebraban también las pruebas más esperadas conocidas con los nombres de lucha, pugilato, pancracio y pentatlón. No es este el momento de profundizar en las descripciones de cada una de estas pruebas, lo dicho anteriormente sólo era como una puesta en escena para ambientar la historia de Milón de Crotona que fue uno de los atletas que se presentaron a estos juegos y que se hizo famoso por su gran fuerza.

Cuenta la leyenda que cuando era muy joven, le regalaron un becerrito con el que se encariñó tanto que tenía por costumbre cargarlo en sus hombros y siempre lo llevaba consigo de un lado a otro. Todos los días y durante cuatro años, repitió este ejercicio hasta el completo crecimiento del animal, cuyo peso había aumentado día a día. Llegada la época de las Olimpiadas, Milón quiso participar en la prueba de fuerza y así lo hizo presentándose en la pista llevando su toro en la espalda y dando la vuelta al ruedo sin tomar aliento. El público, asombrado por su fuerza lo vitoreaba, Milón entonces, con gran serenidad dejó su carga en el suelo y de un puñetazo asestado en la cabeza del animal, entre cuerno y cuerno, lo dejó muerto. Y por si esto fuera poco, Milón que según parece tenía un apetito considerable, se comió su imponente víctima en pocas horas.

El glorioso héroe fue seis veces vencedor en los juegos Olímpicos y siete en los Juegos Píticos y a pesar de sus violentos y pesados ejercicios, el famoso crotoniata alcanzó una edad muy avanzada. Relatan que caminando un día por el bosque, se dio cuenta de que unos leñadores trataban de derribar un enorme roble. Acordándose de su antigua fuerza y olvidándose de su edad, Milón quiso realizar él solo lo que varios leñadores no habían logrado: separar las dos partes del imponente tronco. Quitó la cuña puesta por los leñadores en la hendidura, para poder colocar mejor las manos pero las dos partes del tronco se cerraron de golpe dejándoselas retenidas como en una trampa. Como le fue imposible desprenderse, el pobre Milón acabó lamentablemente devorado por las fieras.