El rincón de Leodegundia

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sábado, agosto 27, 2005

Lugares soñados

Un viejo mapa menciona: “Corazón del corazón, tierra india del Paitití a cuyas gentes se llama indios: todos los reinos limitan con él pero él no limita con ninguno”.


Durante siglos, el estrecho de Gibraltar fue el límite occidental del mundo conocido, pero no fue el límite para la imaginación del hombre que a base de leyendas fue creando países y ciudades fabulosas que fueron calando de tal manera en la gente que llegaron a tomarse como reales y aún hoy, después de tanto tiempo, hay quien sigue en su empeño de encontrarlas. Es el caso de la isla Atlántida que ya en el siglo IV a.C. es citada por Platón en sus diálogos, Critias y Timeo, a la que describe como país misterioso situado en época remota más allá de las Columnas de Hércules y después tragada por el mar.

Con el descubrimiento de América se amplió el mundo conocido y real, pero no por ello la imaginación del hombre dejó de seguir creando leyendas sobre nuevas ciudades llenas de tesoros que movían a muchos a emprender expediciones para encontrarlas, como en el caso de El Dorado, las siete ciudades de Cíbola, la ciudad de los Césares o el Paitití. Algún día podemos hablar de todas ellas, hoy lo haremos solamente del Paitití pues un buen amigo mío me relató la leyenda de este lugar y yo quisiera compartirla con vosotros, aunque es posible que algunos ya la conozcáis.

Comenzó diciéndome que aunque la decadencia y la destrucción del Imperio Inca es bien conocida por todos, sus inicios se remontan a tiempos tan lejanos que resultan inaccesibles para nosotros. Continuó la narración en el punto en que, cuando Cuzco estaba amenazado por los conquistadores, su elite social, atendiendo al consejo de los ancianos, decidió fundar otro Cuzco para guardar allí los tesoros del Inca Atahualpa y para ello eligieron la selva peruana y le llamaron el reino de Paitití. Este reino era una ciudad o conjunto de ciudades que estaban defendidas por una tribu de hombres muy altos y fieros vestidos con túnicas blancas, los Paco-Pacoris.

Muchos hallazgos sirven de apoyo a esta leyenda, ruinas, petroglifos (inscripciones en piedra) y largas calzadas de piedra que nadie sabe en donde terminan ya que son numerosas y es difícil hacer un estudio sobre ellas debido a la dificultad para penetrar en las selvas peruanas y bolivianas con lo que el misterio se acrecienta.

Como todo buen enigma de este tipo, atrae a estudiosos y aventureros que organizan expediciones a la zona con la esperanza de encontrar ese reino aunque no todos lo hagan por las mismas razones. En los años sesenta el investigador Carlos Neuenschwander Landa realizó veintisiete exploraciones en la meseta de Pantiacolla, al oriente de Cuzco. Recopiló tradiciones orales sobre Paitití y con ellas y las experiencias adquiridas en sus expediciones confeccionó un libro en el que incluyó fotografías aéreas de los caminos descubiertos y de los petroglifos encontrados.

En 1970, tres aventureros lo intentaron también, la expedición iba dirigida por el director de la revista Peruvian Times, Robert Nichols, y guiada por dos indígenas con los que se dirigieron hacia el este, hacia la meseta de Pantiacolla; llegados a un lugar del recorrido los guías se negaron a continuar. Decidieron los expedicionarios continuar solos, pero ninguno regresó jamás, lo que hizo que el misterio aumentara y la búsqueda se volviera mas atractiva para otros exploradores. Para incrementar el suspense, el propio Landa contó que un indio machiguenga le dijo que el grupo de Nichols había sido exterminado por los hombres de la tribu Paco-Pacoris - los guardianes de los tesoros - que por su aspecto y su misión son muy respetados por los indios de la región y además muchos aseguran haberlos visto.

El arqueólogo Greg Deyermenjian, organizó en los años ochenta una expedición al Río Timpia con la idea de localizar los caminos que habían sido fotografiados desde el aire; este río es una buena vía para penetrar en la selva, pero al camino encontrado, que va desde la zona montañosa de Paucartambo hacia el interior de la selva, nunca se le llegó a conocer el final.

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Todo lo que se llegó a saber por los relatos de los ancianos andinos, fue que esta ciudad se construyó en la meseta de Pantiacolla, escondida en un cañón, al parecer tenía microclima propio y se podía llegar en diez días desde Cuzco, también se cuenta que cerca de la ciudad fue excavada una gran laguna negra de forma cuadrada desde la cual partía un camino de piedra hacia la urbe. Paitití estaba al lado del nacimiento de un río que alejándose de ella se perdía en una gran cascada en un profundo abismo.

Esta ciudad fue protagonista de sueños y cantada por los poetas incas, pero sigue sin aparecer y a pesar del transcurrir del tiempo no pierde el encanto que lleva a la gente amante de la aventura a seguir buscándola sin descanso, pues el hombre jamás dejará de soñar con nuevos lugares que descubrir, y cuando la tierra se les quede pequeña, ahí tienen el espacio como un enorme campo virgen aún, que se puede poblar por la imaginación de bellas ciudades y tremendos tesoros.
Nota: Este texto está basado en el libro de Daniel E. Tangir titulado "Lugares de ningún lugar"

miércoles, agosto 24, 2005

Leyenda hindú


LA ESPOSA FIEL

Chyâvanâ era un asceta dedicado a meditar a orillas de un lago. Llevaba tantos años haciendo meditación y era tal su concentración que sin darse cuenta su cuerpo quedó recubierto por un gran hormiguero.

Un día, una de las hijas del rey, Sukanyâ, paseando con sus amigas llegó hasta el lago y al ver aquel gran hormiguero le entró la curiosidad de saber que era lo que había en su interior y viendo dos agujeros en su parte superior, introdujo una rama en ellos y al momento un chorro de sangre empezó a manar pues sin querer, las había clavado en los ojos de Chyâvana dejándole ciego. Aterrorizada huyó de allí y cuando llegó al lugar donde había dejado a sus amigas, vio con espanto como tanto ellas como sus criados sufrían dolores terribles.

Cuando regresaron a palacio y le contaron al rey lo que había pasado, este decidió ir a visitar al asceta para pedirle perdón y lograr así que sus súbditos dejaran de sufrir. Llegado a la orilla del lago, se arrodilló al lado del hormiguero y le suplicó al asceta perdón por lo que su hija había hecho ofreciéndole reparar el daño en la medida que Chyâvana le dijera y este le contestó que sólo lo podría compensar el que alguien lo ayudara ya que ahora estaba ciego y no podía valerse por si mismo. El rey se quedó encantado con la contestación ya que para él no era problema enviarle un montón de servidores y así se lo hizo saber; pero Chyâvana tenía en mente otra idea muy diferente que no tardó en comunicar al rey y era que tendría que ser su hija la que lo cuidara y para ello tendría que convertirse en su esposa, solo así desaparecería la maldición.

El corazón del rey se llenó de tristeza pues Sukanyâ era su hija preferida y siempre había deseado para ella un príncipe joven y hermoso como marido y no un viejo pobre y ciego. Enterada la princesa del precio que tendrían que pagar, ella misma se ofreció para reparar el daño causado y liberar así del dolor a las personas que no eran culpables de nada. Accedió el rey y se celebró la boda y terminada esta desapareció la maldición. Agradecidos los súbditos cantaron alabanzas a la princesa y les acompañaron al bosque en donde vivirían los esposos en una humilde cabaña junto al lago. Una vez allí, Sukanyâ cambió sus lujosos ropajes por una sencilla túnica de lino blanco y pronunció el voto de pobreza para ser igual que su marido.

A partir de entonces ella cuidó de su esposo procurando que no le faltara de nada, recogía flores para las ofrendas, velaba su sueño, lo alimentaba y lo aseaba y cumplía con todo deber de esposa llegando a amarle de todo corazón pues aunque viejo y ciego era un buen hombre.

Un día mientras ella se bañaba en el lago se presentaron dos dioses gemelos de la medicina que la saludaron y quedaron prendados de su hermosura. Preguntáronle entonces como es que vivía allí sola en un lugar tan apartado y ella les relató la historia de su vida y fue entonces que los dioses pensaron en tentarla para probar lo firme de su amor; le dijeron que no era justo que una joven tan hermosa malgastara su vida viviendo con un viejo y ciego asceta y le propusieron que se casara con uno de ellos, sería rica y no tendría que llevar aquella gastada túnica, poseería trajes lujosos y joyas esplendorosas que realzarían su belleza. Ella les contestó que amaba a su marido y que no le abandonaría, ni siquiera por un dios. No quisieron ellos darse por vencidos y pasaron a proponerle un trato; nosotros somos médicos celestiales y ninguna enfermedad se nos resiste, así que si tanto amas a tu marido demuéstralo haciendo algo por él, cásate con uno de nosotros y a cambio le devolveremos la vista. Ella se enfadó muchísimo y los maldijo por querer aprovecharse como dioses de una pobre mujer que lo único que deseaba era compartir la vida con su esposo.

Quedaron ellos complacidos con la respuesta y le dijeron que sólo se lo habían propuesto para probar la firmeza de su amor y le pidieron disculpas por haberla ofendido, prometiéndole entonces que devolverían la vista a su esposo y no sólo eso, sino que además lo volvería joven y agraciado, pero para ello tendría que pasar una prueba. Ella aceptó el reto y preguntó en que consistiría a lo que ellos le respondieron: “Nos sumergiremos los tres en el lago y cuando salgamos todos tendremos la misma apariencia, si tu devoción por tu marido es tan grande como dices lo reconocerás a él, ¿quieres intentarlo?”.

Sin dudarlo ni un momento Sukanyâ accedió a lo que le proponían. Entraron los dioses y Chyâvana en el lago sumergiéndose hasta desaparecer y al cabo de un rato salieron tres hermosos jóvenes exactamente iguales y uno tras otro le dijeron: “yo soy tu esposo ¿no me reconoces?. Durante un momento la invadió el miedo, pero elevó los ojos al cielo y le rogó a la diosa Aditi, la benéfica, que es la madre por excelencia, que la ayudara con alguna señal que le pudiera indicar cual era su amado esposo y en aquel momento percibió un ligero parpadeo en uno de los jóvenes y dirigiéndose a él le dijo: “Tú eres Chyâvana, mi esposo” y no se equivocó pues había recordado que los dioses no parpadean.

Los dioses gemelos los bendijeron y antes de desaparecer vieron como la princesa y el ahora joven y hermoso marido, que ya no estaba ciego, se dirigían a palacio para darle la buena noticia al rey.

sábado, agosto 20, 2005

Animales en la guerra


Acabo de leer un libro bastante interesante que en uno de sus capítulos habla de la utilización de animales en las guerras. Por lo que se ve al hombre no le basta con liarse en guerras continuamente y matarse unos a otros, si no que arrastra consigo a unos pobres animales a los que ni les va ni les viene el motivo de la lucha pues, gane quien gane, ellos siempre se llevarán la peor parte.

Esto de utilizar a los animales en las guerras no es cosa nueva, como muchos recordareis los cartagineses ya utilizaron elefantes contra los romanos; Alejandro Magno los utilizó también para conquistar la India; asimismo fueron utilizados en China, pero hay que reconocer que después de la primera impresión que estos enormes y en algunos casos desconocidos animales causaron, fueron dejados a un lado pues llegaron a ser mas peligrosos para los que los llevaban que para el enemigo. Por ejemplo en la batalla de Panormo (251 a.C.) las flechas los hicieron enloquecer y corrieron en estampida entre sus propias filas y en la batalla de Zama (202 a.C.) fueron ahuyentados con el ruido de las trompetas produciéndose un alboroto similar.

Los caballos, ¿qué no podría contarse de los caballos? fueron utilizados durante muchísimos años, como transporte y como fuerza de ataque, quizás se le pueda considerar el mejor y mas valiente “soldado animal” de todos los que participaron en las guerras y a pesar de ello, no me extenderé en hablar de estos sufridos y nobles animales pues son bien conocidos por todos.

Hay otros animales que participaron en las guerras pero quizás su cometido es menos conocido y aunque no entre en profundidad voy a dar un repaso para que os deis cuenta la cantidad de majaderías que el ser humano es capaz de concebir sin importarle ni un ápice el daño que puedan causar, sencillamente cogen y utilizan a los animales según les convenga, como si no fueran seres vivos que nada tienen que ver con sus locuras, esas locuras que arrastran al ser humano a matarse unos a otros sin piedad.

Tenemos por ejemplo a las luciérnagas, ¿sabíais que fueron utilizadas por los soldados de la Primera Guerra Mundial para poder ver los mapas en las trincheras y así no ser descubiertos por el enemigo si utilizaban una luz más convencional?

Los murciélagos tampoco escaparon de los planes. Durante la Segunda Guerra Mundial, el proyecto estadounidense X-Ray propuso la sujeción de cargas minúsculas de napalm a millares de murciélagos para liberarlos sobre Japón. El plan se abandonó después de que los murciélagos escaparan y destruyeran un hangar y el coche de un general en Nuevo Méjico. Doy por hecho que los murciélagos quisieron dejar bien claro que no pensaban colaborar.

Otro caso curioso es el de los loros. Durante la Primera Guerra Mundial encaramaron a unos cuantos loros adiestrados en lo alto de la torre Eiffel, desde donde podían avisar con veinte minutos de antelación de la proximidad de aviones. Los loros tampoco colaboraron mucho y no les dio la gana de hacer distinciones entre aviones alemanes y aliados.

Otro animal que tampoco aclaró mucho su valía, por lo que fue rechazado y considerado “no apto” como soldado, fueron las garrapatas. De nuevo los estadounidenses trataron de utilizar insectos chupópteros para detectar tropas enemigas ocultas, pero o no chuparon donde debían o las tropas ocultas estaban mas que acostumbradas a las garrapatas y ni se movieron delatando su posición.

Los monos, además de usarse como mascotas, se nombran en un tratado sobre el arte del asedio. El primer ministro brahmán Kautilya, del siglo IV, escribe sobre la quema de las defensas en las fortalezas mediante la utilización de monos amaestrados para pasar artefactos incendiarios sobre las fortificaciones.

A los gatos se les llevaba a las trincheras para que se comieran a los ratones para evitar enfermedades. Canarios y ratones eran introducidos en los túneles cavados detrás de las líneas enemigas para detectar gases venenosos. Los perros entrenados para la lucha ya combatieron en tiempos de los romanos y fueron usados también por los españoles en el siglo XV; sirvieron también en muchas otras guerras como exploradores y para detectar municiones en emboscadas en la guerra de Vietnam al igual que lo hicieron en la guerra del Golfo para buscar armas y explosivos. Las palomas usadas como mensajeras ya en tiempos de los griegos y romanos siguieron haciéndolo mucho después y en la Primera Guerra Mundial equipadas con cámaras quizás fueron los primeros fotógrafos aéreos; en la Segunda Guerra Mundial todavía se usaron como mensajeras cuando no se podía utilizar la radio. Los delfines y leones marinos fueron utilizados para localizar minas y para vigilar la aparición de hombres rana.

Muchos otros son los animales obligados a alistarse a la guerra pero creo que estos que os comenté fueron los más representativos. Para finalizar os contaré que los ingleses al menos tuvieron el detalle de crear lo que se conoce como “La cruz de la victoria para animales”, la medalla Dickin, no creo que a los animales les importe un pito la medallita en cuestión, pero como dato curioso de las ideas luminosas del género humano no está de más que lo comentemos. Entre 1943 y 1949 se concedieron 54 medallas Dickin: 32 para palomas, 18 para perros, 3 a caballos y 1 para un gato; a los demás que los zurzan. Uno de los perros condecorados se llamaba Rob, que realizó más de veinte saltos en paracaídas realizando misiones secretas tras las líneas enemigas en la Segunda Guerra Mundial. El único gato condecorado se llamaba Simón, era un gatín pequeño, blanco y negro, que viajaba a bordo de la fragata real inglesa Amethyst por el río Yangtze, en China. El barco fue atacado y parte de la tripulación murió y Simón, con cuatro heridas de metralla, quemaduras y un buen susto, continuó cumpliendo con su deber que era deshacerse de las ratas del barco. Simón que vivió toda su vida en el mar, murió cuatro días antes de recibir su medalla.

Y aquí doy por terminada mi tertulia de hoy con un nuevo llamamiento en favor de los animales, amémoslos y no los metamos en la cantidad de fregados que los humanos nos traemos entre manos, pues no solo es la guerra, también los experimentos científicos se llevan a una buena parte de estos maravillosos seres haciéndoles padecer sufrimientos horribles con la disculpa de estar haciendo un bien a la humanidad.

miércoles, agosto 17, 2005

Caballeros medievales


Me da la impresión que, cuando pensamos en los caballeros medievales inmediatamente se nos viene a la mente un caballero con su brillante armadura, que siempre sale vencedor en los torneos y que por supuesto cuando se quita el yelmo resulta que es guapísimo y siempre se casa con la princesa o la hija de algún conde o gran Señor y lo hace con tanto encanto y naturalidad que parece que llegar a conseguir el título de caballero fuera algo fácil y al alcance de cualquier apuesto mozo.

Pues no era así, conseguir el nombramiento de caballero era pasar por una larga carrera de aprendizaje que empezaba en la infancia. Para empezar y dadas las reglas sociales imperantes en aquel entonces, el futuro caballero debía de nacer en el seno de una familia noble y a partir de ahí tenía que recorrer muchos escalones hasta llegar a ser nombrado caballero.

Desde niño se empezaba a formar en el castillo familiar y sus primeras lecciones tenían que ver con su comportamiento, tenía que ser amable y cortés con las damas que le encargaban algunas tareas y por supuesto comenzaba a ejercitarse en el manejo de las armas y el arte ecuestre, aprender a cazar, el arte de la cetrería y la simulación de las justas a lomos de caballos de madera con ruedas y enfrentarse a los estafermos (monigotes giratorios con brazos).


Hacia los diez o doce años su padre le enviaba al castillo de un superior a él en categoría, en donde el alumno comenzaba un aprendizaje más duro recibiendo como primer título el de paje; entre sus obligaciones estaba la de entretener a las damas, no, no como estáis pensando, su cometido era recitarles poemas, interpretar música o jugar al ajedrez; también se encargaba de llevar y traer mensajes, de servir el vino a la hora de las comidas o cortar la carne para los ancianos que ya no tenían su dentadura en orden que eran la mayoría. Además de todo esto, tenía que seguir ejercitándose con las armas que para entonces ya eran reales y no de madera, participaba en las cacerías como asistente siempre al servicio de su señor al que tenía que ponerle la armadura así como ocuparse de sus caballos y de sus armas (lanzas, espadas, mazas, hachas y escudos).

Cuando alcanzaba la edad de poder participar en los torneos y si su aprendizaje marchaba según lo establecido, dejaba de ser paje para convertirse en escudero, lo que le permitía además de seguir atendiendo a su señor, luchar a su lado sirviéndole de promoción si el resultado era el esperado. La duración de esta nueva categoría no estaba estipulada, algunos tardaban años en promocionar y otros ascendían con rapidez dependiendo de su valía; claro que en tiempos de guerra los ascensos se hacían con mayor celeridad ya fuera antes de la batalla para que pudieran demostrar su coraje o terminada esta si se habían portado valientemente. El paso de escudero a caballero se hacía mediante una ceremonia que se conocía con el nombre de investidura.

Si se estaba en tiempos de guerra, esta ceremonia se reducía a la pronunciación de una fórmula ya establecida y a un toque de espada sobre el escudero, esta ceremonia podía ser oficiada por cualquier caballero, pero como todo en esta vida cuanto mas importante fuese ese caballero, mejor que mejor. En tiempos de paz, la ceremonia era mas complicada; según la categoría de la familia del aspirante, se hacían festejos mas o menos suntuosos con festines y justas a los que asistían todos los señores importantes de la zona. Fijaros si era importante este momento que una de las primeras cosas que hacía el aspirante a caballero era bañarse (cosa no habitual en aquellos tiempos en los que se solía decir que un hombre solo se bañaba tres veces en su vida: cuando nacía, cuando se casaba y cuando moría; bueno, el caballero por lo que se ve lo hacía una vez más). Después de asearse bien, tenía que velar las armas y rezar durante toda la noche, en esta ocasión solía ir vestido de blanco, símbolo de limpieza interna y externa. Al amanecer era cubierto por una capa roja que representaba la sangre que estaba dispuesto a derramar y se le daban unas medias de color marrón, por la tierra que debía de defender, un cinturón blanco, espuelas de oro y una espada de dos filos (uno por la justicia y otro por la lealtad). Y por fin llegaba el momento mas esperado, el espaldarazo, lo administraba el señor feudal recitando mas o menos estas palabras: “Recuerda al que te hizo caballero y te ha ordenado; despierta del malvado sueño y mantente alerta confiando en Cristo” el investido juraba lealtad, honrar y ayudar a las damas y asistir a misa diariamente siempre que le fuera posible. Entonces el señor feudal le daba con la espada en el hombro y así quedaba convertido en caballero.

Una vez investidos su trabajo principal era la guerra y desde luego, trabajo no les faltaba, y cuando no había guerra, se dedicaban a batirse en los torneos y las justas. Podemos aclarar aquí que las justas y los torneos no eran lo mismo. Los torneos en su origen (hacia el siglo XII), se parecían mucho a los combates reales, se libraban en lugares abiertos y llanos entre dos grupos de jinetes (los caballos, armas y arneses de los derrotados eran botín para los ganadores y los prisioneros debían de pagar rescate por su libertad). Con el paso del tiempo pasaron a organizarse junto a los castillos y se ofrecían premios a los contendientes, se reglamentaron perdiendo su agresividad y eran arbitrados por jueces, aunque seguían siendo choques entre dos pequeños ejércitos. Las justas surgidas en el siglo XIII ya no eran combates, sino duelos entre dos paladines, dos parejas o dos cuadrillas, montados a caballo y empuñando una lanza larga y pesada. La armadura de los caballeros oscilaba entre los 30 y los 50 kilos; si los combatientes caían del caballo, podía seguir la lucha a pie, con mazas o con espadas.

Esta profesión no era precisamente barata, cada caballero debía de disponer de por lo menos tres caballos: uno para la batalla, otro para el camino y otro para el equipaje. Y sus sirvientes no podían ser menos de cuatro: uno para cuidar los caballos, otro para el mantenimiento y limpieza de las armas, uno como ayudante personal para ponerle la armadura y subirle al caballo y levantarle del suelo si se caía durante la lucha y otro para custodiar a los prisioneros.

Estos caballeros cubiertos de metal eran unas fortalezas móviles, montado a caballo era difícil matarle o herirle pero si tenía la desgracia de caer del caballo entonces era presa bastante fácil pues su pesada armadura le restaba movilidad y dejaba uno de sus puntos vulnerables a merced del enemigo, las axilas, buen sitio para entrar un puñal. Hasta el siglo XIV la estrategia en las batallas era la siguiente, la caballería pesada se lanzaba en tropel contra el enemigo empuñando sus lanzas firmemente sujetas bajo la axila derecha, apoyada en el ristre (una parte del peto); una vez rota la fila del enemigo, solían abandonar la lanza y luchaban con la espada o con la maza. Pero las técnicas avanzan y con la llegada de los arqueros, protegidos por la infantería, lograron derrotar a la caballería pesada.

Bueno, no todo eran luchas y guerras y justas y torneos, también existía el amor cortés que a decir verdad solía ser un vínculo idealizado al extremo en el que un caballero, joven y soltero, se proclamaba vasallo de una señora, casada y de buena posición y le entregaba su vida, sus proezas y su fama. Ella aceptaba este amor idealizado y le correspondía entregándole una prenda de amor (una flor, un guante, una cinta o un pañuelo) y conseguía que el caballero fuese más audaz y luchara ante cualquiera en nombre de su dama.

viernes, agosto 12, 2005

Gustav Vigeland


Antes de abandonar Noruega, voy a hablar (para aquellos que no lo conozcan) de un artista noruego que a mi entender, tiene dos peculiaridades que se pueden considerar especiales si tenemos en cuenta que posiblemente sea el único artista que las posee: una, que la mayor parte de su obra está reunida en un área limitada y dos, el tema elegido.

Este artista nacido en Mandal dónde su padre era carpintero, desde niño mostró gran aptitud para el dibujo y el tallado de madera, pero muy pronto se dio cuenta que sus preferencias apuntaban hacia la escultura. A los 19 años se puso en contacto con el escultor Bergslien que se convirtió en su maestro y medio año después presentó, por vez primera, un grupo de esculturas en la exposición de Ontono. En 1890 decide viajar por Europa visitando Copenhague, París, Berlín, Florencia y Roma, entre 1900 y 1901 viajó a Francia e Inglaterra. Se interesó por el arte egipcio, el clásico griego y por las esculturas de Miguel Ángel y de Rodin.

Vigeland se destacó enseguida como el escultor mas dotado de Noruega entre otras cosas por sus retratos y monumentos llenos de fantasía. Su representación mas original es el Parque Vigeland y esta es una de esas peculiaridades a las que me refería al principio, pues aquí se reúne prácticamente toda su obra. Este parque que comenzó por el encargo que le hicieron en 1907 de una fuente, continuó ocho años mas tarde cuando quiso incluir un conjunto mayor de esculturas con series de grupos en granito. En 1924 la Junta Municipal de la Ciudad decidió levantar todo el parque añadiéndole el monolito como nuevo elemento; mas tarde Vigeland diseñó la entrada principal, modeló cincuenta y ocho esculturas para el puente y además otras esculturas solitarias de diferentes tamaños. Este parque tiene una extensión de unos 320.000 metros cuadrados en el que se alojan 192 esculturas con 650 figuras y no solo modeló todas las esculturas, sino también los portones hechos en granito y hierro forjado.

La otra peculiaridad de la obra de Vigeland es el tema elegido para su obra: representa a hombres y mujeres que narran el ciclo completo de la vida, desde la infancia hasta la vejez y no solo eso, narra también las penas y las alegrías, el amor y la indiferencia, el entusiasmo y la resignación, el gozo y el dolor, todo reflejado en los hombres y mujeres, padres e hijos, jóvenes y viejos.

En la plaza de los niños, hay ocho esculturas de niños pequeños alrededor de la plazoleta circular y en medio de la misma la escultura de un feto en su tamaño natural, todas estas esculturas están hechas en bronce que con el granito son los materiales usados para todas las figuras del parque. En la parte mas alta del mismo se encuentra la plazoleta del monolito con ocho portones de entrada en hierro forjado, rodeado de escaleras en las que se encuentran 36 grupos en granito y en el centro se eleva el monolito de 17 metros de altura con 121 figuras esculpidas en piedra.

Este parque puede gustar o no, pero nunca deja indiferente a nadie, a mi personalmente me sorprendió muy gratamente y se lo recomendaría a todos los que piensen viajar a Noruega


martes, agosto 09, 2005

Aclaración

¿Alguien puede creer que somos malos?

Veo por los comentarios que dejasteis en mi relato anterior que la mayoría conocíais a los Troll como unos seres malos malosos, feos y antipáticos que comían piedras y en algunos casos a los simpáticos pitufos.

Pues bien, os diré, el mundo de la fantasía tiene algo maravilloso y es que cada persona lo ve como quiere y siente, para eso es un mundo mágico. Cuando yo me adentré en los bosques de Noruega, a pesar de ser una noche oscura y lluviosa - como mandan las reglas – no lo sentí como un bosque tenebroso lleno de peligros ni habitantes horrorosos, no, lo que pude sentir fue un hermoso lugar lleno de árboles entre cuyas ramas susurraba la brisa y donde anidaban los pajarinos; a pesar estar oscuro por alguna razón misteriosa pude ver el sendero que recorría y cuanto mas me adentraba en el bosque la sensación de paz aumentaba, sólo tuve un sobresalto cuando desde detrás de unos helechos salió una tímida voz que dijo: “Estoy aquí, se que vienes a buscarme”, fue entonces cuando vi al primer Troll, era de los pequeños, no joven, ni guapo, a decir verdad más bien feín, pero su expresión era dulce y su actitud amable. Nos contemplamos durante un rato pues para ambos era la primera vez que veíamos a un ser diferente a los que estábamos acostumbrados.

Me condujo a un claro del bosque en donde se encontraban gran número de Troll y allí compartí con ellos momentos muy agradables (pues son de carácter simpático y picarón) en los que me fueron relatando su historia que siento no poder contaros, aparte de lo que ya os relaté, pues al igual que hay que ir en solitario si se les quiere ver, hay cosas que te cuentan que tu no puedes repetir, no penséis mal, el motivo es que si yo os lo contara todo vosotros ya no tendríais interés en visitarlos y eso les pondría muy tristes; en realidad siempre tienen a uno de guardia cerca del sendero con la esperanza de que alguien los quiera encontrar, pues su mala fama no les es desconocida y quieren que los humanos los conozcan tal como son. Así que animaros, entrad en el bosque mágico y dejaros llevar por la fantasía para conocer a estos seres encantadores.

viernes, agosto 05, 2005

Los Troll


Hoy volamos a la fantasía y para ello nos dirigimos al norte retrocediendo en el tiempo. Hace muchísimos años toda Noruega estaba cubierta de hielo y nieve, lentamente el clima fue cambiando y al hacerse más cálido el hielo se empezó a derretir. El agua comenzó a correr y se formaron profundos valles e imponentes montañas. Bajo la gran masa de hielo surgió una tierra árida hecha de piedras y rocas que se extendían hasta perderse en el horizonte, siendo habitada por los únicos seres que podrían vivir allí tranquilamente lejos de los hombres y de los animales, los Troll.

Con el correr de los siglos, el clima se iba suavizando y nació una vegetación que fue cubriendo los montes formándose bosques y prados, convirtiendo a Noruega en un lugar maravilloso donde los Troll vivían felices. Estos encantadores personajes amables y tímidos prefieren vivir escondidos, los hay gigantescos y pequeños, de los bosques y de las montañas, de almizcles y de flores y muchos otros más. Todos ellos tienen unas características comunes: una nariz larga con o sin verruga; les desagrada el olor humano y cuando lo perciben tuercen la nariz (dado que siguen siempre el camino que le indica la nariz, normalmente desaparecen mucho antes de que alguien pueda verlos); tienen una cola que llevan adornada con un mechón en la punta; viven muchos años y se vuelven sabios con el tiempo aunque no se sabe a que edad sucede esto y todos tienen un corazón que se dice que es de piedra aunque no se especifica si se trata de una piedra preciosa.

En las montañas construyeron cavernas imponentes donde acumulaban tesoros de oro y de plata que extraían de las rocas. Eran gobernados por su rey Troll que era el más anciano y sabio de todos. A menudo vivían solos y soñaban con poder capturar una princesa que les hiciera compañía; no son peligrosos, pero si eres una princesa entonces……..

Ningún Troll ama el sol porque los rayos de luz pueden transformarlos en piedra, por eso se esconden durante el día. Viajando por Noruega pueden verse algunas peñas y rocas con formas singulares lo que indica que muchos se olvidaron de protegerse del astro rey.

Si se siente curiosidad por saber si los Troll existen en realidad, solo hay una manera de comprobarlo y es adentrándose en solitario en un gran bosque cubierto de espesa vegetación durante una noche lluviosa y oscura o caminando más allá de las montañas salvajes en una noche de luna llena cuando reina el más absoluto silencio.

Los Troll desaparecerán si no se cuidan los bosques pues fuera de allí no podrían vivir y con ellos desaparecería toda su fantástica y mística magia.

martes, agosto 02, 2005

Madres y madres

William Bouguereau


Leí en la página de Ladina la historia de una amiga suya que no había tenido mucha suerte con la madre que le deparó el destino, es una historia triste que me dio la idea de tratar del tema de la maternidad.

Empezaré por definir fríamente lo que es una madre y lo que es maternal y para ello me voy directamente al “tumbaburros” (nombre que con cariño, aunque no lo parezca, le doy yo al diccionario al que considero uno de mis grandes amigos, ya que con paciencia y sin alzarme jamás la voz intenta rebajar mi ignorancia) y el resultado de las palabras que busco es este:

MADRE – Mujer o hembra que ha tenido uno o más hijos, especialmente respecto a éstos.

MATERNAL –Materno (perteneciente o relativo a la madre)

Hasta aquí queda claro que madre es toda mujer que tiene hijos y por lo tanto la amiga de Ladina tiene una madre, entonces ¿por qué el título de madres y madres? pues por que creo que hay dos tipos básicos de madres, las madres solo físicas y las madres que además de físicas tienen sentimientos maternales.

Ahora vuelvo al diccionario para definir sentimiento.

SENTIMIENTO – 1) Acción de sentir 2) Estado afectivo del ánimo, de la clase que se expresa.

Si tomamos el punto 2), la clase que se expresa es en este caso es sentimiento maternal.

Esto me lleva a opinar que una mujer puede tener muchos hijos pero puede carecer de sentimiento maternal pues el mero hecho de parir no te da ese sentimiento, lo único que te da son hijos; el sentimiento maternal es algo totalmente independiente del tener o no esos hijos y lo poseen muchas mujeres, a unas se les nota nada mas conocerlas porque se les sale por los poros en cuanto ven a un niño sin necesidad de que sea suyo y a otras que aparentemente no lo tienen e incluso dicen que los niños no les gustan, les aflora de golpe en el momento de dar a luz, pero porque ya lo tenían aunque no lo supieran, por eso mucha gente cree que el sentimiento maternal lo poseen todas las mujeres que son madres pero no es cierto.

Para sostener esta teoría me baso en esas mujeres que tienen hijos pero no los quieren, no los cuidan, no se interesan por ellos, no les dan amor y cariño, no se preocupan por su formación y madres así hay mas de las que se puede pensar y en todas las escalas sociales. Recuerdo que una de mis sobrinas vino un día muy impresionada porque una compañera del colegio, de familia de clase alta, le confesó que no sabía lo que era un beso de su madre. Hay muchas formas en que una madre pueda dañar a un hijo, hay daños físicos (palizas, mala nutrición, permitir que los violen…) y morales (desprecio, falta de cariño, desinterés….); por eso no entiendo cuando algunos casos que tienen como protagonistas a los niños llegan a los juzgados, a la hora de dictar sentencia se tiene mas en cuenta a las madres biológicas que a las madres afectivas, creo que las leyes de nuestro país necesitaban un buen repaso sobre todo las que tienen que ver con la infancia en las que suelen patinar mas que si hiciesen una bajada en carrilana.

Yo por suerte puedo decir que me tocó una madre maternal, una buena madre que siempre antepuso las necesidades de sus hijos a las suyas propias, una madre que renunció a mucho por sacar a sus retoños adelante y si no llegamos mas lejos de donde ahora estamos, no fue porque ella no haya puesto todo su empeño, una madre que nos dio amor a toneladas, nos cantaba, nos contaba cuentos, incluso a veces nos reñía pero sin dureza y los castigos, las pocas veces que nos los ponía, le dolían mas a ella que a nosotros; claro que esto solo se lo reconocemos ahora que somos mayores porque cuando niños oponíamos resistencia a su labor de educación, pero me queda la satisfacción de habérselo podido decir cuando todavía puede oírlo porque es muy triste que te reconozcan tu valía después de muerta, como suele pasar con frecuencia.

Recuerdo que una de las cosas que mas nos molestaba de mi madre cuando éramos niñas era esta frase “Hijas mías, el que sabe hacerlo sabe mandarlo, si tenéis suerte en la vida y tenéis quien os haga el trabajo, sabréis mandarlo y si no, sabréis hacerlo” apoyándose en esta frase que repetía con frecuencia, señal de que nosotras protestábamos también con frecuencia, nos obligó a aprender a coser, a cocinar, a planchar, a dirigir la casa; teníamos que dejar la cama hecha antes de ir al colegio aunque ella fuera detrás en cuanto nos marchábamos para corregir los defectos, todas teníamos nuestras obligaciones en casa que debíamos de realizar a la vuelta del colegio a pesar de tener una señora que ayudaba en los trabajos de la casa; nos obligaba a estudiar pues siempre opinó que una mujer con una buena formación sería mas libre, quizás su pequeño fallo estuvo en no educar a los hijos en las labores del hogar, claro que en aquellos tiempos eso no se hacía, pero la pobre llegó a saber mas Geografía e Historia que nadie pues uno de mis hermanos opinaba que esas dos asignaturas eran una tontería y que a él no le importaba lo que habían hecho los godos por poner un ejemplo, así que mi madre lo tenía que convencer - pues esas asignaturas tenía que aprobarlas para continuar sus estudios - y la mejor solución fue estudiar los dos codo con codo y ambos aprobaron.

La vida de mi madre fue dura y no entraré en detalles pues solo ella decide si quiere contarla o no, solo puedo decir que quizás uno de sus peores momentos fue la muerte de una de sus hijas, eso es una de las cosas que una madre maternal nunca llega a superar aunque tenga que ocultar su dolor para no arruinar la infancia a sus otros hijos; pero hoy en día creo que tiene la suerte que otras madres quizás tan buenas como ella desgraciadamente no poseen, a su alrededor están sus cinco hijos, sus nueras que son y se comportan como hijas y sus nietos y se lo dije muchas veces y lo repito ahora “Gracias madre por habernos enseñado como lo hiciste y habernos amado como sigues haciéndolo”